En la Feria de Muestras de Valladolid, vendían unas navajas multiusos, muy novedosas en su tiempo, que lo mismo descorchaban una botella de vino que abrían una lata de pota. Las vendían unos buhoneros con mucha labia que cada verano hacían la ruta de las ... ferias multisectoriales: Silleda, Gijón, Valladolid… En septiembre de 1987, asistí en la feria pucelana a una promoción institucional del vino albariño. Acertó a pasar por allí Aznar, flamante presidente de la Junta, le ofrecieron un albariño y no quiso probarlo. No es que no le gustara, es que la Xunta era presidida por el socialista Laxe tras un episodio de transfuguismo y Aznar, al enemigo, ni agua, del enemigo, ni vino.

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Aquel año, Óscar Puente, vallisoletano de toda la vida, tenía 18 años y visitaba la feria con sus amigos. Supongo que le asombrarían los cuchillos Kai Shun, recién llegados de Japón, probaría los increíbles sillones masajeadores, no haría ascos al albariño «socialista» y, sobre todo, quedó marcado por las navajas multiusos.

Óscar Puente es el político del momento y lo es por haberse revelado como un orador tan multiusos como aquellas navajas. El exalcalde de Valladolid, de ganador a ganador, ha conseguido algo inaudito: unir y movilizar con un solo discurso a las bases del PSOE y del PP. Antes de que hablara, los socialistas dudaban entre el alma nueva y el alma vieja y en el PP estaban los halcones y los moderados. Puente ha actuado cual navaja polifacética: con las tijeras ha cortado de raíz las reticencias de los «madrileños» hacia Feijóo, con el abrebotellas ha destapado la presión ejercida por los socialistas históricos. Lo que la política separa, Óscar Puente lo une con su navaja.

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