Como me iba de vacaciones, me acerqué a El Buscón, mi librería de cabecera, en busca de una novela ligera, de detectives, algo entretenido para leer a la orilla del mar o en una hamaca junto a la piscina. Hojeé la última de Joël Dicker, ... el escritor de moda, «un 'thriller' con ritmo y suspense sobrecogedores». A mí, lo que me sobrecoge como lector es unir las palabras 'thriller' y novela, si además anuncia ritmo, desisto. Recurrí a lo seguro: una novelita de Simenon que me costó dos euros en Boxoyo, mi librería de viejo. Se titula 'Maigret se equivoca', la edición es de 1963, las cosas pasan despacio y todos los personajes leen periódicos.

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Leer novelas donde aparecen periódicos me traslada a un tiempo confortable, seguro y reflexivo. Vivimos tan compulsiva y apresuradamente que el nuevo dios buscado es una trinidad de sensaciones: Tranquilidad, Armonía y Sosiego. A mi ciudad, Cáceres, a pesar de ser pequeña, periférica, sin aeropuerto y con trenes que llegan tarde y mal, también ha arribado la cultura oriental de la relajación y el nirvana. Quieren instalar aquí el mayor templo budista de Occidente y hay más centros de yoga y meditación que iglesias.

Europa se orientaliza para escapar del tormento de la realidad cotidiana. Es un vano intento de recuperar el mundo de ayer. En la playa y en la hamaca, estaba rodeado de europeos. Ninguno leía un libro, nadie hojeaba un periódico de papel. Pero eso sí, participaban como posesos en los cursos de yoga, calistenia, meditación guiada y aqua-relax que organizaba el hotel. A qué viene tanto estrés para buscar el equilibrio cuando bastan una novela de Simenon y un periódico para volver al mundo de ayer y entender el de hoy.

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