La derecha gamberra
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El deseo natural por vivir en un mundo mejor ya no tiene como única referencia a la izquierda política, que parece incapaz de articular un discurso creíble de cambioSecciones
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El deseo natural por vivir en un mundo mejor ya no tiene como única referencia a la izquierda política, que parece incapaz de articular un discurso creíble de cambioCientos de agricultores, agrupados tras la pancarta 'Sánchez tiene la culpa', arrojaron miel y huevos contra la Delegación del Gobierno y amenazaron con soltar miles de abejas, que traían en sus colmenas, si cargaban los antidisturbios. Eso sucedió en Cáceres. En Madrid, los agricultores levantados contra Sánchez ... aseguran que ellos son la base, el pueblo, y van contra los de arriba, la casta. Y también en Madrid, los apóstoles del antisanchismo se manifiestan cada fin de semana, queman peleles y agitan muñecas hinchables, se enfrentan a la Policía y se proclaman antisistema, mientras la izquierda defiende el orden, su orden.
En 2011 se vieron los últimos coletazos de la izquierda gamberra, revolucionaria y alternativa. Las revueltas de la Puerta del Sol o de la plaza Syntagma de Atenas llevaron a la izquierda al poder. Pero fue pisar moqueta y empezar a deshacerse el encanto. El gamberrismo, entendido como la política a la contra para cambiar el mundo, se diluyó en intrigas y conjuras. Los símbolos (un chalé, una puerta giratoria) le dieron carpetazo y la batalla cultural de la derecha ha hecho el resto.
El deseo natural del ser humano por vivir en un mundo mejor ya no tiene como única referencia a la izquierda política, que parece incapaz de articular un discurso creíble de cambio. Las revueltas, las manifestaciones y las calles son ahora de una derecha gamberra que promete más libertad, más democracia y hasta impuestos a los ricos. Esto durará hasta que vuelvan a pisar las alfombras del poder y el gamberrismo cambie de bando. El efecto péndulo que mueve el mundo se basa en algo tan simple como el ansia de un paraíso terrenal prometido por gamberros.
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