El burro Vitórica

En el pueblo de mi suegra, Aldea del Cano, los burros se llamaban Vitórica. Sucedió en los años 20, que en Aldea fueron ciertamente felices porque Juan Vitórica, candidato maurista del distrito, pagaba 50 pesetas por voto y los vecinos, con ese dinero, se compraron ... un burro y, agradecidos, lo llamaron como su diputado. En Aldea del Cano, cada vez que se escuchaba un: «Arre Vitórica», había que traducirlo como: «Yo voto a Vitórica». En el pueblo de mi madre, Ceclavín, Antonio Garay, candidato conservador del distrito y primo de Vitórica, también pagaba 50 pesetas por voto, pero Elviro, candidato regionalista, mandó un notario e impidió la trampa. Los ceclavineros se sublevaron al quedarse sin diez duros y rompieron las urnas. Ni hubo elecciones ni el pueblo se llenó de pollinos llamados Garay. En esos comicios, se votaba por intereses: un voto, 50 pesetas. Después llegó la II República y ya se votó por ideas y emociones.