Urdiales ante lo imposible
El diestro riojano sorteó ayer en Las Ventas un toro noble pero sin fuerza y otro con un defecto en la vista que apuntó nada más salir al ruedo
Isabel Virumbrales
Viernes, 2 de junio 2023, 02:00
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Isabel Virumbrales
Viernes, 2 de junio 2023, 02:00
Rompió el paseíllo que un par de horas antes estuvo en vilo por la lluvia. Sonó el clarín y Urdiales hizo por sujetar con el capote al noble primero.
Diego Urdiales brindó a un tendido prácticamente lleno. Tras el trasteo inicial el burel comenzó a ... venirse a menos. Perdía las manos al tercer pase y necesitaba que el riojano, tan torero como de costumbre, le anduviera por la cara para darle tiempo.
Con la muleta plana en la mano diestra, Urdiales firmó derechazos encajadísimos. Por el izquierdo el toro iba largo y templado pero se agotó pronto. Enterró la espada hasta la empuñadura, lo hizo todo él porque el de Alcurrucén no ayudó absolutamente nada en el tercio final.
El cuarto de la tarde salió muy emplazado. Diego pronto se dio cuenta de que tenía un defecto en la vista y, por si fuera poco, también era manso. Costó concluir el tercio de varas y esperó en banderillas.
A pesar de las dificultades Urdiales encajó los riñones y presentó la muleta con parsimonia. Fue imposible que la faena tuviera continuidad pero logró que aflorasen las pocas embestidas que tenía el astado. Poco pudo hacer Talavante con el primero de su lote de embestida irregular.
Lo intentó por ambos pitones pero no hubo manera y cogió la espada. En el quinto firmó un inicio de faena con una serie larga de rodillas.
Comenzó a llover y Alejandro Talavante Rodríguez administró la despaciosidad y la determinación al toro de Alcurrucén. Dejó media estocada y recurrió a la cruceta.
Luque dio buena muestra de su gran momento durante toda la tarde. Estuvo a punto de cortar una oreja al cierraplaza pero la petición se perdió entre paraguas y chubasqueros.
El de Gerena armó una faena de empaque, de riñones encajados y barbilla en el pecho.
No se dejó nada y finiquitó al astado de una gran estocada. Su primero se defendió en el saludo capotero y, tras brindar al público, se puso a torear dejando profundos derechazos y acompañando la embestida con el cuerpo.
El acero se le fue atrás.
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