Esto es lo que pasa por andar peligrosamente sobre el filo de la navaja: que de repente recibes un traicionero empujón y ¡zas! te rebanas media mano. Y la hemorragia no se puede contener.

Publicidad

Esta nación se tapó un día las nariz para tragar de ... un sorbo y sin respirar aquello de que podía ser un concepto discutido y discutible. Claro que, por entonces, los españoles vivíamos como dios, endeudándonos y gastándonos lo que no teníamos, pero nos decían que poseíamos. Una vida demasiado cómoda, a lomos del magnífico galgo que era la economía española, como para poner pies en pared y tomarnos en serio un tema que no debe tener discusión. O no, al menos, en los codiciosos términos que plantean los 'outsiders' del panorama político español, liderados por los soberanistas de ERC y los filoetarras de Bildu.

Porque, ¿qué ha pasado? Que la crisis derivada de seis olas de pandemia nos ha devorado y los independentistas, cuando han confirmado sin ningún género de dudas que este país está al filo del precipicio, cogen un tarro de pulgas y se las echan por el lomo al perro flaco. Quieren más y más y más.

Ahora que España, y en esto no cabe duda, es una nación discutida en términos de solvencia económica, los nacionalistas tratan de pescar en río revuelto. Felizmente, sin embargo, parece que el chucho famélico y enfermo que se rasca la entrepierna por los jardines presidenciales todavía retiene algo de casta para impedir que, al menos, no le apaleen el costillar.

Publicidad

Lo trágico, con todo, es que la máxima ambición de nuestros gobernantes sea no molestar a sus socios lo que, evidentemente, no es ni de lejos el principal quebradero de cabeza con el que nos acostamos millones de españoles cada día. Al contrario. Lo son, ciertamente, un disparatado recibo de la luz, una cada vez más menguada cesta de la compra y esta permanente y perturbadora sensación de inseguridad.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad