Inquietante dimisión

Apenas una semana después de que Concha Andreu diera por finalmente concluida la remodelación por etapas de su Gobierno, la dimisión del director general de Salud Pública, Enrique Ramalle, por «motivos personales» ha obligado a reorganizar el organigrama de la Consejería de Salud en pleno ... azote de la pandemia. Sin entrar a valorar las causas que han precipitado el adiós de Ramalle, resulta inquietante la sensación de inestabilidad que desprende el Ejecutivo, que en un insólito mes de agosto ha protagonizado destituciones tan sonadas como la del consejero de Gobernanza y secretario general del PSOE, Francisco Ocón, o la de los consejeros de Educación y de Servicios Sociales. Sin embargo, la dimisión de Ramalle resulta especialmente sorprendente, por cuanto se produce en un momento delicadísimo, cuando el virus parece de nuevo desbocado y en víspera de que la apertura de los colegios y la llegada masiva de temporeros sitúen a La Rioja ante un momento crítico de consecuencias impredecibles. Perder ahora a la persona que ha estado pilotando la Salud Pública acarrea un riesgo evidente, por más que el currículum de su sucesor, el epidemiólogo guipuzcoano Pello Latasa, parezca especialmente apropiado para la ingente tarea que le aguarda.