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Las cosas ya no son lo que eran, no hay más vueltas que darle. Les estoy hablando de esa festividad de los Santos Inocentes que el año pasado nos tocó celebrar el último día 28, del último mes de diciembre del pasado 2022. Y es ... que esta festividad está sufriendo tantas variaciones que ahora, con el paso del tiempo, hasta difícil se nos hace recordar cómo era en un principio.
Verán, todo empezó con la pijadilla esa del monigote pegado en la espalada. Cosas de críos. Alguien luciendo el muñecajo sujeto a la espalda era causa de burla. Y nada más. La cosa no iba más lejos. ¡Inocente, inocente!
Pero luego, y gracias fundamentalmente a la facilidad en las comunicaciones, la cosa empezó a complicarse y lo que hasta ese momento habían sido bromitas sin mayor importancia comenzaron a convertirse en bromazas, como aquella en la que alguien nos avisaba que se había desbordado el Ebro o que habían robado uno de los leones del monumento a Espartero o que, como si fuese la de Pisa, se estaba inclinando peligrosamente una de las torres de La Redonda.
Y alguien se daba la vuelta a los puentes para ver la inexistente crecida mientras que otros la vuelta se la daban por La Redonda para ver qué era eso de que una de las torres se estaba cayendo ¡Inocente, inocente!
Pero como les decía al principio, hoy las cosas no son lo que eran, y no lo son porque las inocentadas están desapareciendo y no por falta de imaginación o de humor para llevarlas a cabo, sino porque, en este mundo en el que nos ha tocado vivir, cada vez nos resulta más difícil distinguir lo cierto de lo incierto o la verdad de la mentira.
Y así, cuando alguien te comenta que por ejemplo el año que viene se va a producir una guerra de descuentos entre las principales petroleras, pues uno no sabe a qué carta quedarse y cada vez le resulta más difícil discernir si después de la guerra que se ha dado con los precios del crudo, ahora va a resultar que con el tiempo el mercado va a disfrutar una guerra de descuentos. Y esto, a lo que íbamos, ¿es verdad o va a ser una inocentada? ¡Inocente, inocente!
Y así la una detrás de la otra. Que nuestro ínclito presidente de Gobierno haya utilizado su famoso Falcon para asistir a un mitin de su partido, ¿será verdad o será mentira. ¿Se lo creen o no se lo creen? A ustedes les toca discernir y luego decidir, pero en estos casos que les he comentado tengan cuidado en considerar la imposibilidad de que pueda ocurrir algo así, porque ya saben: ¡Inocente, inocente!
Y poco más que decirles, hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.
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