Inmunidad global
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Mientras la vacunación masiva no se extienda por todo el planeta, lo que está lejos de suceder, ningún país estará blindado ante el COVIDLa irrupción de la variante Ómicron ha desatado una alerta mundial ante sus eventuales riesgos añadidos, pendientes aún de confirmación científica: que sea más virulenta que las anteriores, con mayor capacidad de transmisión y más resistente a las vacunas empleadas hasta la fecha. Aunque por ... ahora no existen certezas plenas al respecto, varios países han respondido a las advertencias de la Organización Mundial de la Salud con acciones preventivas. Entre ellas, el bloqueo de las fronteras con Sudáfrica, el primer país que comunicó el hallazgo de la nueva cepa, y otros estados limítrofes. Una medida de cuestionable eficacia cuando se ha conocido que el patógeno circulaba por Europa al menos dos semanas antes de que se activara la voz de alarma y está extendido ya por buena parte del planeta.
Numerosas incógnitas planean todavía sobre él. Existe, sin embargo, la evidencia de que cuanto mayor sea la circulación del virus más posibilidades habrá de que sufra mutaciones ante las que las vacunas actuales tienen una limitada efectividad. Ese peligro es muy superior en las zonas con una alta presencia del COVID y una inmunización muy baja. Resulta singularmente escandaloso el caso de África, donde solo el 7% de los ciudadanos ha recibido el suero, cuya inoculación obligatoria –anunciada por Alemania para febrero– debate la UE y es de un más que complicado encaje legal en España. En un mundo globalizado, nadie estará a salvo por completo mientras haya países con una amplia parte de la población sin proteger. Por tanto, garantizar el acceso universal a las vacunas es una prioridad, que está muy lejos de ser satisfecha según revelan las pírricas cifras de las regiones menos desarrolladas.
La llegada de Ómicron demuestra la imperiosa necesidad de dar pasos valientes en ese sentido. La OMS y un centenar de países, con Estados Unidos a la cabeza, abogan por una suspensión temporal de las patentes para propiciar la fabricación de viales a gran escala. La propuesta merece ser analizada, aunque desincentivar la innovación conlleva serios inconvenientes y, además, tendría que superar escollos sumamente complejos de tipo productivo, tecnológico y logístico. Habrá que explorar vías alternativas con las farmacéuticas, un aumento de las donaciones de vacunas y otras fórmulas acordes a la gravedad del problema y la urgencia en atajarlo. Porque es incuestionable que la inmunidad será global o no será.
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