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Los déjà vu o déjà vécu, como casi todo el mundo sabe, son fenómenos psicológicos que se producen cuando somos asaltados por la impresión de haber estado anteriormente en un lugar al que acudimos por primera vez, reconocer a alguien que jamás habíamos visto o ... tener el pálpito de que lo que experimentamos ya lo habíamos vivido en algún momento del pasado. Ésta, poco más o menos, es la sensación que recurrentemente he sufrido a lo largo del pasado verano mientras escuchaba y contemplaba las noticias emitidas por la mayoría de informativos televisivos. Inundaciones devastadoras en Libia; miles de hectáreas de bosque calcinadas en Australia, Grecia, Hawaii, Canadá y Portugal; lluvias torrenciales en los Balcanes; desaparición de los glaciares situados en latitudes polares; temperaturas veraniegas muy por encima de la media en toda Europa occidental; huracanes en el Mediterráneo... La proporción y frecuencia de las anomalías y de los desastres naturales acontecidos durante los meses estivales han alcanzado una magnitud desconocida... Y, de alguna manera, todos ellos han traído a mi memoria el recuerdo de esos largometrajes comerciales que, al menos durante las dos últimas décadas, han fantaseado con el fin del mundo tal y como lo conocemos. Me refiero a filmes como 'Interstellar', '2012', 'El día de mañana', 'No mires arriba', 'Moonfall'o 'Geostorm'. Si no recuerdo mal, muchas de esas películas se inician, precisamente, con una ráfaga de imágenes catastróficas que sirven de introducción a lo que está por venir y que, a veces, es acompañada por una voz en off que anuncia que la humanidad debe prepararse para lo peor y que ella es la única responsable de todos esos acontecimientos.
Lamentablemente, ese futuro distópico ya está aquí. La ficción ha atravesado las pantallas de nuestros televisores, se ha trasladado al otro lado para instalarse en el salón de nuestras casas y en las calles de nuestros pueblos. ¡Quién podía imaginar hace unos años que los guionistas de Hollywood iban a convertirse en auténticos profetas y sus guiones en predicciones! El mundo estable al que nos habíamos acostumbrado parece a punto de saltar por los aires para ser reemplazado por otro en el que las crisis y los fenómenos ingobernables van a estar a la orden del día. A todo esto, nuestra reacción al futuro y previsible colapso está siendo la misma que la que manifestábamos cuando seguíamos estas películas en las pantallas de nuestros televisores. En lugar de actuar y hacer algo, desviamos la atención cuando algo nos desagrada o amenaza nuestros privilegios y estilo de vida o nos repantingamos cómoda e indolentemente esperando que alguien tome la iniciativa o que el problema se resuelva por arte de magia. Al fin y al cabo, ¿qué nos importa lo que ocurre al otro lado del mundo, en lugares que nunca visitaremos, o lo que les sucede a unos vecinos con los que jamás vamos a tropezarnos en la escalera?
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