Una iniciativa del Papa sumamente interesante
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El domingo pasado pillé en la Trece TV la misa que el Papa Francisco celebró en la basílica del Vaticano en la inauguración –pistoletazo de salida– del Sínodo de obispos, que concluirá en 2023. La verdad es que me alegró mucho ver al Papa en ... el templo lleno, circunstancia que no pudo por menos que hacerme recordar las ceremonias del tiempo del confinamiento con el pontífice prácticamente solo, en aquel memorable Viacrucis o en el Viernes Santo, implorando por el cese de la pandemia al Crucificado y a la Virgen. Salud del pueblo romano.
Este domingo fue otra cosa: el Papa inauguraba un Sínodo de obispos que tendrá como argumento y contenido algo tan sugerente como lo siguiente: «Por una Iglesia sinodal, comunión, participación y misión». Es sabido que a lo largo de la historia –ya larga– de la Iglesia ha tenido lugar una infinidad de sínodos, bien sea diocesanos –como el nuestro recientemente celebrado en tiempos del obispo Búa Otero–, bien universales en los que participan un gran número de obispos de todo el mundo. Estos sínodos recibieron un impulso importante en el Concilio Vaticano II y han abordado asuntos como la paz, el progreso de los pueblos, la justicia, el sacramento de la penitencia o la familia, objeto de los últimos celebrados.
¿Qué es lo que de especial tiene este sínodo inaugurado por el Papa el domingo pasado y que inicia su andadura hoy, día 17? Pues bien, sencillo a la vez que complejo. El Papa pretende hacer una consulta a todo el Pueblo de Dios, a fin de que el proceso sinodal se realice en la escucha a la totalidad de los bautizados. Dicho de otro modo: el camino del sínodo, cara a su conclusión en el año 2023, ha de ser recorrido de forma totalmente participativa –libre y responsable– no solo por los obispos y los curas, sino también por los frailes y monjas, y de manera muy particular por todos los laicos, hombres y mujeres, jóvenes y mayores. Y esto en los cinco continentes.
Paso primero. Cada diócesis recibirá un documento preparatorio acompañado de un cuestionario que hará eficaz las respuestas de todos los diocesanos que quieran participar. Este documento llegará a todas las parroquias y al resto de instituciones diocesanas, comunidades religiosas, movimientos y grupos de fieles, con el cometido de trabajar el documento preparatorio. ¡Atención! En este primer momento de escucha y diálogo también podrán participar aquellos que lo deseen, aunque no tomen parte en la vida de la Iglesia. El Papa quiere asegurar la participación del mayor número posible de personas.
Paso segundo. Lo que llamaríamos el discernimiento diocesano se cerrará con la recogida por parte del equipo nombrado por el obispo, de todas las contribuciones que se hagan en las parroquias y demás instituciones. Estas contribuciones se enviarán a la Conferencia Episcopal de cada país en la fecha que ésta determine. En nuestro caso, como es lógico, será la Conferencia Episcopal Española. Nuestros obispos, reunidos en asamblea (eso significa la palabra 'sínodo') dispondrán de un tiempo «para escuchar lo que el Espíritu ha suscitado en las iglesias que se les ha confiado». Harán una síntesis de las aportaciones, que enviarán a la Secretaría General del Sínodo en Roma. Todo esto antes de abril de 2022.
Paso tercero. Lo que se está ya llamando la «fase continental» prevista hasta marzo de 2023. ¿Objetivo? Dialogar a nivel continental –África, América, Asia, Europa y Oceanía– sobre el texto instrumento de trabajo y realizar un nuevo acto de discernimiento a la luz de las particularidades culturales de cada continente. Esta fase terminará con un documento final que se enviará a la Secretaría General del Sínodo en marzo de 2023.
Paso último. Todo este largo camino de dos años que pretende configurar un ejercicio de colegialidad culminará con la celebración del Sínodo en Roma en octubre de 2023, sínodo que seguirá la instrucción del Papa Francisco para este tipo de eventos y que tuvo como precedente el celebrado sobre la Amazonía.
Termino con unas palabras de Francisco en la misa de inauguración: «El sínodo no va a ser una conferencia de estudios, un congreso político o un parlamento, sino un acontecimiento de gracia, un proceso de sanación guiado por el Espíritu Santo». Volveremos sobre ello más adelante.
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