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El uso de la razón desde la sinrazón conduce, desde los albores de la humanidad, a acciones agresivas que sus agentes atribuyen a la sinrazón de los otros contra los que se dirigen, eludiendo responsabilidades propias desfigurando la realidad.
El uso de la infancia como ... moneda de cambio o lucro es una de las acciones más execrables, lamentablemente vigente por parte de instituciones, personas y familias.
Un ejemplo lo ofrece Putin en nombre de un país al que no merece representar. La Comisión de Investigación de la ONU declaró que la deportación a Rusia de más de 16.000 niños ucranianos que han perdido a sus padres o su contacto durante las hostilidades (o son acogidos tras la detención de alguno), sin considerar la voluntad de padres, familiares o personas próximas impidiendo la reagrupación familiar, es un crimen de guerra. Rusia facilita su adopción y acelera el reconocimiento de su ciudadanía rusa, educándolos tendenciosamente pro-Rusia versus Occidente y su país. Consecuentemente, la Corte Penal Internacional (CPI) ha emitido orden internacional de detención contra Putin por crimen de guerra; un golpe alto y fuerte que le pide responsabilidades mostrando que no tiene inmunidad en sus actos violentos contra los Derechos Humanos de los ucranianos, incluso de sus niños, su mayor riqueza y esperanza. En la vida hay límites, también para tiranos como él.
Esta no es la única amenaza actual de la infancia. Según el National Center for Missing & Exploited Children ha aumentado un 30% la pedocriminalidad en forma de violaciones infantiles cometidas incluso por familiares, en Filipinas, Asia y Europa del Este, África o EE UU. Estos actos aberrantes se difunden comercialmente (a veces en directo) en medios digitales como Skype o Facebook Messenger, pagados mediante Paypal o Western Union. Esta crueldad contra la infancia, en un sórdido contexto, está en todas las clases sociales, afectando incluso a bebés (hasta los ocho meses según datos recientes), revelando la atrocidad reincidente que algunos son capaces de realizar abusando del poder, confianza o coacción, que puede afectar a otras conductas repetitivas y violencias infantiles expresadas en el aumento de ataques de menores entre ellos como la reciente violación de una niña en Badalona.
Una realidad que hostiga la infancia y pone la piel de gallina. Debe exigir responsabilidades a los implicados y educación en valores humanos. Según Murakami, «el odio es muy peligroso. Una vez arraigado en nuestro corazón, extirparlo es tarea titánica».
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