LA INEXORABLE LEY DE PUDDER
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Bien podría aplicársele al controvertido Museo de La Rioja la archibarajada ley de Murphy, un adagio que, a grandes rasgos, dice lo siguiente: «Si algo malo puede pasar, pasará». También vendría a cuento sobre la endémica y esperpéntica realidad que padece esta institución una de ... las obras teatrales más notables del dramaturgo español Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza quien, ya a mediados del siglo XVIII, publicó la comedia titulada 'Quien mal anda en mal acaba'.
Pero para definir con rigor y precisión las intrincadas desventuras que lleva sufriendo en los últimos lustros el antiguo palacio de Baldomero Espartero, el principio que más se aproxima es el de la inexorable ley de Pudder, sobre su segunda premisa:
1) Todo lo que empieza bien acaba mal.
2) Todo lo que empieza mal acaba peor.
Tras permanecer nueve años cerrado, a raíz de una rehabilitación que tropezó con mil y un desacuerdos y contratiempos, en el 2013 abrió sus puertas a la plaza de San Agustín un Museo de La Rioja del siglo XX en pleno siglo XXI, todo un desatino, una nueva oportunidad perdida, especialidad logroñesa donde las haya.
Se mantuvo en pie bajo la batuta de su entonces directora, María Teresa Sánchez Trujillano, que llevaba en el cargo desde 1979. Ya entonces comenzaron a brotar los desencuentros entre algunos trabajadores y la jefatura, entre los propios trabajadores, entre los trabajadores y la Consejería, entre la Consejería y la dirección... El ambiente se hizo irrespirable. Y todo a costa de unas oposiciones que a unos gustaban y a otros no, pero que nunca se convocaron.
Pareció regresar la calma tras la dimisión de Sánchez Trujillano y un año de vacío a la espera de acontecimientos. Sin embargo, a los pocos meses de que la nueva directora, María Eugenia Santos, tomara las riendas, la discordia regresó al Museo y poco a poco fue tomando dimensiones apocalípticas. Denuncias, ninguneos, bajas y más bajas, afrentas, manipulaciones, altas dosis de enroque y obcecación, y una inacción lamentable por parte de la Consejería. Y, a todo esto, las oposiciones del cisma sin convocar.
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