La atípica celebración virtual del Primero de Mayo, en la que las redes sociales han sustituido a las calles como epicentro de las demandas de los trabajadores, es por ahora la última manifestación de los radicales cambios de hábitos y tradiciones que ha desencadenado la ... pandemia. La necesidad que la crisis ha revelado de unos servicios públicos fuertes y la masiva destrucción de empleo que desencadenará la grave recesión en la que se adentra España planearon ayer sobre los mensajes de los líderes sindicales, que reclamaron un nuevo modelo económico y social. Resulta llamativa la contención de CCOO y UGT en sus demandas al Gobierno de Pedro Sánchez, al que reclamaron con toda lógica una regulación del teletrabajo, y su huida de cualquier catastrofismo pese al brusco deterioro del mercado laboral a raíz del confinamiento y las pésimas perspectivas para los próximos meses. Contener la sangría que causará en el empleo el derrumbe de la actividad y reforzar la protección social de los más desfavorecidos requerirá un ingente esfuerzo por parte de unas instituciones con unas finanzas al límite. Ese reto es ineludible por razones económicas y también de justicia social.
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