No es la primera vez. UGT ya lo hizo hace cuatro años cuando participó como organización convocante junto a Òmnium Cultural, la ANC y CCOO en una manifestación en Barcelona para protestar contra el encarcelamiento de políticos soberanistas. Pepe Álvarez, que por entonces visitó La ... Rioja, explicó a este diario que si los sindicatos se habían sumado a aquella movilización era porque «somos de los pocos puentes que quedan entre Cataluña y España» para «convencer» a los votantes independentistas de que «la vía unilateral no tiene recorrido». Claro que, «los puentes, cuando hay guerra, siempre sufren», en relación a la riada de bajas internas que, sin embargo, él limitó a «un centenar confirmado».
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Bien. Pues no sé cuál será la cuenta que le salga estos días, una semana después de la participación de UGT, esta vez sin la concurrencia de CCOO, en la manifestación de San Sebastián para que a los 173 presos de ETA se les aplique la legislación ordinaria y, así, más de un tercio salga ya a la calle. Probablemente Álvarez reivindicaría «la transversalidad» del sindicato y su papel decisivo –como sindicato mayoritario en las cárceles de Zaballa, Basauri y Martutene ya ha blindado las condiciones de sus 700 trabajadores– para que, según el comunicado que se leyó, el Gobierno vasco, con la gestión de las prisiones en sus manos, desarrolle una política penitenciaria «de carácter humanista, no represiva y que acerque a la reconstrucción de la convivencia». Humanidad. Más que increíble, lo increíble.
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