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Hoy les propongo efectuar el análisis más racional, objetivo y desapasionado de que sean capaces sobre una de las incoherencias más llamativas que se pueden observar en la sociedad española. Para demostrarla, contrastaré dos noticias recientemente aparecidas en medios regionales riojanos con otra que bien ... pudiera publicarse hoy mismo, igualmente verídica, pero contada de diferente manera.
Leído hace dos semanas: La Policía Local de Arnedo salva a una cachorra de las zarpas de un «ser sin corazón» que le estaba propinando puñetazos, con resultado de policontusiones. Los agentes trasladaron a la perrita a una clínica veterinaria y tramitaron la denuncia por la que el autor de los hechos podría ser condenado a pena de cárcel por un delito de maltrato animal.
Unos días después: La Policía de Haro retira un perro a su dueño por cometer el mismo delito. Gracias a la colaboración ciudadana, el animal de cuatro patas le fue retirado al de dos y lo trasladaron a una clínica veterinaria para realizar una valoración forense de las lesiones. El propietario fue denunciado por una de las infracciones graves recogidas en la Ley de Protección de Animales de La Rioja, que prohíbe «maltratar o agredir físicamente a los animales, así como someterlos a cualquier práctica que les pueda producir sufrimientos o daños físicos».
Y, hoy mismo, ustedes podrían leer la siguiente noticia: Ayer por la tarde fueron maltratados hasta la muerte seis toros en Logroño, ante la pasividad policial. Encerrados en un recinto del que no podían escapar, uno tras otro los seis bóvidos fueron sistemáticamente lanceados, arponeados, estoqueados y apuntillados por varios grupos de personas que ejecutaron la faena para diversión de otras que los jaleaban. La policía presente en el lugar de los hechos no hizo nada por detener a los matadores, uno de los cuales obtuvo como trofeo las dos orejas y el rabo del cadáver de una de sus víctimas y fue sacado del recinto a hombros entre el entusiasmo del respetable.
Les aseguro que con esto no he pretendido colocarme detrás de ninguna pancarta. No soy militante ni de proalgo ni de antinada. Mi único propósito ha sido poner en evidencia una de tantas contradicciones que afectan a nuestra absurda sociedad. Tan diferentes respuestas de la ley ante situaciones como cascar a un pobre perro o matar a seis toros como espectáculo, ambas igual de rechazables en un país supuestamente civilizado, pero de tan desigual gravedad, demuestran la discrepancia existente entre legalidad y justicia, entre cultura y barbarie, entre raciocinio y visceralidad. Créanme, nada más lejos de mi intención que aguar fiesta alguna, y menos aún tratándose de la nacional.
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