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Este mes de agosto es extraño, antaño abría la puerta a un período de descanso pero este está marcado por la incertidumbre de lo que puede suceder al retorno, mirando de reojo los rebrotes de COVID-19. Estamos aprendiendo a vivir entre la duda que, ... aunque desgastadora, comporta una fuente de peligro pero también de oportunidad según Edgard Morin.
Esta incertidumbre se ceba en lo personal o socioeconómico, y en sectores como la Educación que pensadores como Nelson Mandela consideraron como «el arma más poderosa para cambiar el mundo» porque es esencial para el desarrollo ético del ser humano racional, autónomo, democrático y su bienestar personal. El mundo educativo ha sufrido un colapso repentino reclamando amplios recursos entre los profesionales que han acabado exhaustos tras proporcionar en la inseguridad los medios para un aprendizaje a distancia, en un cóctel estresante con ingredientes como: compromiso, frustración o ira ante los escollos; ha reclamado también la excepcional respuesta de alumnos y familias, participantes de ese esfuerzo compartido para la continuidad del aprendizaje.
El retorno a las aulas es prioritario, pero es imprescindible disponer de una brújula certera y un buen timonel para que constituya una oportunidad y no una confusa travesía guiada por imaginaciones personalistas y desenfocadas de lo que es la Educación y la experiencia de los buenos profesionales en ella. Debe rehuir prácticas abocadas a cifras conocidas de fracaso escolar, desilusión de profesores creativos en un entorno asfixiante sin cultura del esfuerzo y autoridad conducente al abandono profesional o prevalencia de depresión entre ellos, o de la quimera de producir escolares-tipo en lugar de potenciar competencias individuales relevantes.
Quizás se abran brechas entre responsables del sistema educativo y los profesionales que lo hacen funcionar cotidianamente; los anuncios invisibles, tardíos o contradictorios impulsan a la concienciación del rol profesional y su empoderamiento frente a la incertidumbre, para no transitar caminos quebradizos.
Hay que saber hacer Educación considerando puntos como: el apoyo a los profesionales, rebalancear la escuela en el conocimiento, resolución de problemas y creatividad en pro del desarrollo y bienestar real de alumnos y profesores, la evaluación inteligente de procesos y eficacia de rendimiento, el uso inteligente de las tecnologías, el tipo de líderes menos tecnocráticos y más educadores efectivos. Un retorno hacia una Educación de calidad con creatividad inteligente, que reclama cambios en la gobernanza, situando el capital mental y el bienestar en el corazón de la planificación política.
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