Incendios y clarines
CON LOS SIETE SENTIDOS ·
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CON LOS SIETE SENTIDOS ·
He recordado estos días un cuento de Bucay sobre dos pueblos que sufrían continuos incendios. Uno de ellos consiguió casi resolver el problema, pues sus incendios disminuyeron mientras que en el otro seguía con idéntica situación. Los del segundo pueblo decidieron que alguien se aventurara ... a ir al primero para recabar una solución a tan nefastas calamidades. Aquellos escucharon a sus vecinos sin poner reparo a decirles el secreto que les había conducido a reducir tan notablemente las catástrofes de fuego: «Tenemos un clarín. El clarín se encarga de avisar a todo el pueblo. Así conseguimos prevenir a todos y llegar antes de que el fuego se expanda», dijeron. El hombre que había viajado hasta allí retornó a su villa más contento que unas castañuelas. Antes de llegar compró en la ciudad un clarín y una vez colocado en un atril en la plaza del pueblo comunicó a todos los vecinos que el problema de los incendios estaba resuelto. Ocurrió que los incendios no se acabaron con la llegada del instrumento, pues nadie lo usó.
Y es que no basta con buscar una solución exprés o recordar que tenemos soluciones. Hay que emplearlas. Y mejor aún hay que prevenir.
Así, en este aciago mes de julio, en nuestro país, en medio mes, hemos visto devastadas unas 200.000 hectáreas de pulmones de naturaleza, viviendas y animales. Tenemos el clarín, los clarines para, en cierta medida, prevenir la hecatombe y tenemos la obligación de usarlos.
Me dirás querido lector que un verano como este no se ha visto en 15 años, acaso nunca —porque es cierto aquello de que «viene el lobo», «que viene el cambio climático, hagamos algo» y nada hicimos—, pero los expertos aseguran que solo 1 de cada 10 incendios forestales en el país es causado por fenómenos naturales. Razón de más para que este estío que avisaba complicaciones hubiésemos tenido, tengamos y no olvidemos tener a mano todos los clarines y los hagamos sonar bien fuerte alertando con nuestro ejemplo de que la naturaleza nos protege y nosotros la debemos proteger. Por ello, no olvidemos: «No abandonar residuos que puedan provocar un incendio. No hacer fuego en el bosque, menos en estas épocas. No dejar nada inflamable después de acampar. Evitar el uso del coche o aparatos mecánicos. Si vemos una fogata o el inicio de un incendio cercarlo con ramas verdes o arrójale agua o tierra. Pedir ayuda con rapidez». Hay otros clarines de más amplio alcance: «Invertir en gestión forestal. Aumentar la concienciación ambiental. Formar en la respuesta ante los incendios. Aplicar la ley y aumentar los controles, etc.»
Prevenir es salvar. Salvar la naturaleza y las vidas; los hogares y tierras que con tanto esfuerzo se sacan adelante, porque «El fuego siempre ha sido y, al parecer, seguirá siendo siempre, el más terrible de los elementos».(Harry Houdini)
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