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He recordado estos días un cuento de Bucay sobre dos pueblos que sufrían continuos incendios. Uno de ellos consiguió casi resolver el problema, pues sus incendios disminuyeron mientras que en el otro seguía con idéntica situación. Los del segundo pueblo decidieron que alguien se aventurara ... a ir al primero para recabar una solución a tan nefastas calamidades. Aquellos escucharon a sus vecinos sin poner reparo a decirles el secreto que les había conducido a reducir tan notablemente las catástrofes de fuego: «Tenemos un clarín. El clarín se encarga de avisar a todo el pueblo. Así conseguimos prevenir a todos y llegar antes de que el fuego se expanda», dijeron. El hombre que había viajado hasta allí retornó a su villa más contento que unas castañuelas. Antes de llegar compró en la ciudad un clarín y una vez colocado en un atril en la plaza del pueblo comunicó a todos los vecinos que el problema de los incendios estaba resuelto. Ocurrió que los incendios no se acabaron con la llegada del instrumento, pues nadie lo usó.

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larioja Incendios y clarines