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La vida es como caminar sobre un mar de piedras. En cada traspié observamos el abismo que nos rodea. Navegamos entre contradicciones pero si nos traicionamos a nosotros mismos caemos al fondo del pozo. Maradona cayó a lo más hondo. Estos días lo llenó todo. ... El Diego convirtió el mundo en un velatorio global. Lágrimas y excesos han ocultado la muerte de tantos otros que fallecieron naufragando en desgracias no buscadas por ellos. Ese día muchos murieron bajo las bombas o huyendo de miserias de todo tipo. Maradona murió de exceso de sí mismo, fue el autor de su propia tragedia. Su mito representa la flaqueza de una humanidad que venera a dioses que se le parecen.
El otro hombre que ha emergido de las tinieblas de la hipocresía es József Szájer. El eurodiputado del partido de ultraderecha del presidente de Hungría, Víktor Orbán, fue detenido en el centro de Bruselas en una orgía gay con más de 25 personas, es decir, incumpliendo las medidas sanitarias. En medio de la tormenta en que vivimos, esto último sería lo censurable si no fuera porque éste señor defiende en público, con ardorosa pasión, la familia tradicional cristiana y ha participado en la redacción de una Constitución que limita los derechos de los homosexuales en Hungría. Precisamente el gobierno de su partido se niega a aceptar las normas de la Unión Europea en «cuestiones de género», una de las razones de Orbán para vetar el fondo anti-COVID.
Es decir, József Szájer, el mismo político que pronuncia discursos homófobos, representa hoy la resurrección del viejo binomio: vicios privados, públicas virtudes. Su señoría, desnudo de ropa y de dignidad, antes de alegar ante los policías que tenía inmunidad parlamentaria intentó huir deslizándose por las cañerías. En el corto espacio de tiempo transcurrido entre que un viandante lo vio y la policía lo atrapó, tuvo tiempo para recordar aquello de que es más fácil enunciar o defender principios que vivir conforme a ellos. Desconocemos cuál es su tragedia personal, eso es cosa suya, pero no podemos dejar de censurar su comedia política. Su impostura es inmoral precisamente porque desde su acción política ha tratado de imponer a otros su propia moral, hoy sabemos que fingida. Ha querido limitar derechos y libertades ajenas mientras él hacía de su capa un sayo.
Para rematar la semana de falsarios ilustres, destacaremos a Francisco Beca, exgeneral de división del ejército del Aire que, al tiempo que suscribe un manifiesto de supuesta lealtad al Rey y a la Constitución, afirma en un chat que «no queda más remedio que empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta». Siento náuseas. ¡Por el bien de España, se precisa matar a más de media España! Ante tanto impostor añorante de dictaduras pasadas y anhelante de venideras prefiero a Maradona y sus miserias.
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