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La renuncia de Macarena Olona al escaño que obtuvo en las elecciones al parlamento de Andalucía del pasado 19 de junio y su posterior distanciamiento de la dirección de Vox desembocaron ayer en las declaraciones del portavoz en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, ... anunciando que «a la vista del daño que se está haciendo a través de ella, este es el final del camino». La entrevista concedida por Olona a ABC, en la que criticaba la falta de democracia y de respeto en el seno de Vox, fue probablemente el detonante de que el dirigente que atrajo a la exparlamentaria al partido tuviese que anunciar la ruptura, cuando tanto ella como Santiago Abascal habían anunciado un próximo encuentro entre ambos. Macarena Olona explicó en julio que su renuncia al acta de la cámara andaluza se debía a un problema de salud. Más tarde recuperó su presencia pública en clave netamente política, pero al margen de la actividad de Vox. Despertando con ello especulaciones sobre la gestación de un nuevo grupo. Sigue en el aire la pregunta de hasta qué punto Olona no pudo afrontar los comicios andaluces como había pretendido, y hasta qué punto se vio obligada a dejar el Congreso contra su deseo. Pero sobre todo queda el interrogante de si, además de desencuentros y desafecciones personales dentro de un colectivo, lo ocurrido aflora una crisis de la que son partícipes más integrantes o seguidores de Vox. Y si tiene su origen o puede derivar en diferencias políticas tangibles en la extrema derecha. Lo que parece evidente es que el detonante fue la mayoría absoluta obtenida por el PP de Juan Manuel Moreno Bonilla, frente a un Vox que quedó por debajo de sus expectativas e insignificante para la legislatura autonómica. La sola hipótesis de que eso pudiera reproducirse en otras autonomías y en los ayuntamientos, y que Vox acabara siendo prescindible para la gobernabilidad de España tras las próximas generales, tensiona al partido de Santiago Abascal, que no está diseñado para hacer frente al futuro con paciencia. Espinosa de los Monteros dejó caer ayer que su excompañera en el Congreso estaba siendo utilizada contra Vox. Aunque Abascal y Olona no se reúnen porque ambos están esperando el resultado de las elecciones del próximo domingo en Italia, para ver si accede al gobierno una mayoría liderada por Georgia Meloni, y para ver quién de los dos puede hacerse con la franquicia española de una «extrema derecha pragmática».
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