Secciones
Servicios
Destacamos
Ya sé que es nadar contra corriente. Pero allí voy. Tanta cursilería resulta insoportable.
El indulto de la Cuba, cuya quema pone fin a los sanmateos, para que la ciudad aportara su granito a la lucha contra el cambio climático fue otro gesto demagógico, prepotente ... y ñoño que nos ha brindado el Consistorio logroñés. Una borricada impropia, una necedad incomprensible y, lo más grave, una mentira que se destapó en segundos, pues no se insinuó, se afirmó, que la decisión había sido consensuada con las peñas.
El embuste duró lo que cuesta arrancarse micrófono en mano sobre el escenario de la plaza del Ayuntamiento y que se monte una bronca descomunal. Abucheos, gritos de «¡fuera!, ¡fuera!», de «¡alcalde, dimisión!» y los infortunados vendimiadores suplicando a la masa cabreada que les dejase hablar. Pero la zapatiesta no terminó ahí. A pie de adoquín, sobre el alcalde descargó una DANA de reproches del público irritado con la amnistía. Menos bonito, o hermoso, le dijeron de todo. No le hizo falta humo para comprobar el fuego que él mismo había desatado.
Un mal trago, pero no el peor. Pues el primer edil todavía no se había recuperado de la tremenda riada de críticas de la noche anterior, cuando tuvo que observar, presumo que frustrado, cómo los logroñeses arruinaban a las pocas horas su noble compromiso medioambiental: decenas de gavillas de sarmientos ardiendo en Avenida de Colón con el fin de convertirse en la lumbre de la undécima Exaltación de la Chuletilla. Un regocijo para el cielo del paladar, no así para el logroñés, al que ascendieron a un tiempo más de cien columnas de humo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.