Tengo dos mecheros junto al ordenador. Al ir a encenderme un cigarrillo, me he dado cuenta de que no funcionan. No sé qué hacen dos mecheros inservibles sobre la mesa, en lugar de estar en la basura. Como tampoco sé los motivos por los que ... conservo la cuenta de un restaurante al que fuimos hace veinte años, o la tarjeta de un tipo al que jamás voy a llamar. La capacidad del ser humano de acumular naderías es infinita.

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También lo es la de acumular conocimientos inútiles. Claro, que hay algunos que les sacan más provecho que otros: en 'Quién quiere ser millonario' preguntaron quiénes eran los hotentotes, y el concursante contestó correctamente porque le vino a la cabeza un Mortadelo en el que se decía 'Esos tipos con bigote tienen cara de hotentotes' como contraseña para acceder a la T.I.A. Pues mira, yo lo sé por lo mismo.

Esa contraseña se podría usar para entrar en otros sitios. En el Congreso, sin ir más lejos. Que no hay miércoles sin bronca ni boda sin la tía Juana. Que se empeñan en dar la razón a Théophile Gautier cuando, después de ver el Palacio de las Cortes, dijo: «Es imposible que, dentro de un edificio construido con tan mala arquitectura, se pueda hacer ninguna cosa buena». Que ya sabemos que no todos los políticos son iguales, pero hacen lo posible para que se nos olvide, para que pensemos que la controversia política está condenada a la zafiedad, al griterío, al enfrentamiento. Que una se esfuerza por ser una persona medianamente educada, mientras que algunos se permiten el lujo de ser groseros y ruines en la tribuna. Y luego, que si están muy preocupados por la degradación de la imagen parlamentaria. Tócate la peineta. La política está llena de hotentotes. Con y sin bigote.

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