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Pasar de curso con asignaturas suspendidas o eliminar las calificaciones del cero al diez va a hacer imposible que los buenos estudiantes consigan progresar en la vida; se iguala todo hacia abajo, se pisotean el mérito y la capacidad y se da forma a un ... modelo en el que no va a ser posible luchar por el ascensor social; el pobre seguirá pobre aunque sea un premio Nobel porque no habrá escalas que lo hagan sobresalir del vago de su compañero de pupitre. Aprobado general, todos más felices al recreo pero incompetentes para la vida adulta que es pura competición. Estamos abocando a estas generaciones a la frustración y el desengaño, son hornadas de chavales cuya única esperanza radicará en lo que aprendan en casa.
Se están cargando la educación en España entre unos y otros, y por si no fuera poco el empeño que demuestran los partidos nacionales en subirse a la bola de demoler, debajo junto a la grúa tienen a la chusma habitual de estafadores territoriales desmembrando los temarios para llevarlos a la ficción y adaptarlos a sus demencias separatistas. El desastre es imparable y viene de muy atrás, pero eso tampoco lo aprenderán los alumnos porque se va a suprimir la enseñanza cronológica de la Historia. «O abreviamos o es imposible estudiar todo», ha dicho el secretario de Estado de Educación Alejandro Tiana sobre estas nuevas polémicas. Hay frases de una claridad luminosa, y es de agradecer la exactitud con la que esa sentencia expresa la voluntad del Estado por cercenar y enflaquecer. En eso lleva razón el secretario; hay que recortar muchísimo, señor Tiana, pero de cargos e instituciones.
Eliminar el contexto es abrirle la puerta al mito, al pensamiento mágico inexplicable en el que las cosas suceden porque sí y los hechos aterrizan en el mundo carentes de motivos y razones. Si no se enseña la Historia como una sucesión trágica y apasionante de acontecimientos interconectados se va a aniquilar la capacidad crítica de los alumnos, que estarán en una interminable infancia viendo sombras en total indefensión intelectual y escuchando relatos maravillosos tras el feliz enunciado de «érase una vez».
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