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Las pésimas relaciones entre la Liga de Fútbol Profesional y la Federación Española han derivado en un penoso enfrentamiento que amenaza con enturbiar el arranque de la competición a mediados de agosto. El último motivo de discordia es la disputa de partidos en viernes y ... lunes, que la Federación intenta torpedear en un pulso en el que están en juego los más de 2.000 millones de euros anuales que tienen firmados los clubes con las televisiones por la cesión de sus derechos. Un juez de lo Mercantil resolverá el caso la próxima semana.
La Federación no puede ignorar la inconveniencia de introducir cambios radicales en la competición a unos días de su inicio. Tampoco que la potestad de organizarla y fijar los horarios de los partidos corresponde en principio a LaLiga. Una ruptura unilateral de los acuerdos con los operadores televisivos causaría irreparables daños a la economía de los clubes y a la proyección internacional del fútbol español. La Federación, enzarzada en una absurda guerra sin cuartel con la patronal, debería ir de la mano con LaLiga en la búsqueda de fórmulas que optimicen las posibilidades de crecimiento y los ingresos de los equipos sin menoscabo del deporte más modesto.
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