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La hora de Casado

El polvorín en que ha convertido el PP y el cuestionamiento de su capacidad de liderazgo le obligan y le urgen a adoptar decisiones

Lunes, 21 de febrero 2022, 01:00

La decisión de Pablo Casado de convocar para hoy al comité de dirección del PP constituye la primera medida adoptada por el líder de los populares para afrontar, de manera colegiada, la crisis sin precedentes desatada en el partido hace cinco días y larvada desde ... que Isabel Díaz Ayuso se reivindicó para pilotar la organización en Madrid tras su rotunda victoria electoral el 4-M. Resulta elocuente de la debilidad que atraviesa el liderazgo de Casado, que no haya comparecido ante los suyos desde que su pulso con Ayuso reventara con las acusaciones cruzadas de corrupción y espionaje político; imputaciones tan graves que ya no se solventan por la mera vía de dar carpetazo al expediente que Génova había abierto a la máxima responsable de la Comunidad de Madrid. Casado encara un deterioro en la convivencia interna de los populares y un cuestionamiento de su capacidad para seguir presidiéndolos que no puede continuar sorteando refugiado en el silencio, delegando en su número dos –un Teodoro García Egea al que sus correligionarios más críticos dan por amortizado– o permitiendo que lo único que se escuche sea la polifonía de los barones y el rumor de las insidias. El ruido subió ayer unos cuantos decibelios con la concentración de más de 3.500 simpatizantes de Ayuso ante Génova. Que militantes de un partido se manifiesten contra su dirección constituye tal excepcionalidad que interpela no solo a Casado, también a su rival, sobre el desgaste al que someten a las siglas que comanda la oposición en España. El polvorín sobre el que se asienta la presidencia de Casado le obliga y le urge a tomar decisiones. Enrocarse con la única pretensión de ganar tiempo no conducirá, como por ensalmo, a un enfriamiento de los ánimos. El líder del PP, que alcanzó la dirección tras unas primarias no exentas de enfrentamientos, parece forzado a renunciar. Los turbios acontecimientos de estos días no han hecho más que aflorar resentimientos pasados y, de nuevo, una profunda división que él, como presidente, debería haber sido capaz de atajar. Casado debe reflexionar y trazar una apremiante hoja de ruta para recoser el partido que le permita despedirse de la dirección con una solución de consenso. Es su hora. Sin que ello signifique que ni Ayuso ni el resto de dirigentes puedan sustraerse a la responsabilidad contraída con un partido hoy roto que debe rearmarse con un rumbo claro si aspira, no ya a ganar las generales, sino a realizar una labor de oposición a la altura de lo que el país necesita.

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