Estaban cenando cuando el niño de cinco años le preguntó a su madre:
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– Mamá, ¿la abuela tiene mamá? Y ¿quién es? Y ¿la mamá de ella? Y... ¿así hasta cuándo?
La joven trató de cubrir las posibilidades hablando brevemente del origen divino de la ... humanidad y explicando, de la forma más sencilla que pudo la teoría de la evolución humana. Al pequeño debió parecerle bien, puesto que asentía con la cabeza, y ahí quedó resuelta la cuestión.
Al cabo de unas semanas, el chiquillo y su hermana llegaron con una circular del colegio en la que se pedía a las familias colaboración para erradicar un brote de ftirápteros aparecido en unas aulas. Nuevamente, el niño sacó sus dudas a pasear:
– Mamá, ¿los piojos tienen mamá?, ¿y esas mamás tienen mamás?... ¿y así hasta cuándo?
Por un momento, la mirada de la madre se quedó perdida en los ojos del chiquillo, el cual serenamente pero con firmeza le avisó:
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– ¡Pero lo de los monos, no, mamá!
Y es que él había comprendido bien que podíamos venir de la evolución de unos primates. Pero su madre tenía que comprender que unos piojos no podían provenir de unos monos, porque eso no era evolución. Eso, eso sería al revés.
Es lo que tienen los niños, un sentido común, una lógica tan natural, que algún día se demostrará que está en su código de nacimiento como el instinto de succión. ¿Y qué ocurre?, ¿cómo desaparece, ese sentido, esa lógica de lo que sí puede o no puede ser? Tengo que confesar que cada día busco por las aulas, en los pasillos, en las entrevistas profesionales, en mis allegados. No sé cómo les hacemos perder esa intuición, ese razonamiento, o lo sé, pero necesito escribir un compendio completo.
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En ese poquito que sí sé está lo que todos estamos viendo, ¿una regresión del 'Homo sapiens'?
'Homo sapiens', es decir los seres humanos, los animales sociales que poseen tanto unas características anatómicas como unas «capacidades mentales que les permiten inventar, aprender y utilizar estructuras lingüísticas complejas, lógicas, matemáticas, escritura, música, ciencia y tecnología. Capaces de concebir, transmitir y aprender conceptos totalmente abstractos».
¿Está este 'Homo sapiens' involucionando a un 'Homo ludens' (del latín ciceroniano, 'hombre festivo')? ¿A un humano capaz de concebir la vida como una fiesta continua, tal como le dictan los anuncios? Con un proyecto único de bienestar personal y felicidad social en el aquí, ahora y para mí, perdiendo –paulatinamente o a zancadas– la capacidad de utilizar estructuras lógicas como analizar, comparar, deducir, inferir; de tomar decisiones; de comprender conceptos abstractos, emociones y preocupaciones?
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Parece ser que por un mal entendido carpe diem, los humanos capaces de razonar y crear se contentan con pasárselo super-bien, caiga quien caiga. Tal vez, mi amigo Emilio me diga que no le dé más vueltas, 'Alea Iacta Est'.
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