Se ha reestrenado 'Avatar'. Ahí va. Como si hiciera alguna falta volver a ver a los 'na'vi', esos bichos azules, dando perigallos. Pero la noticia no es que tremendo rollazo regrese a la pantalla grande, sino que mucha gente ha ido a verla pensando ... en que era la segunda parte y se ha llevado la decepción de su vida. Mira, de verdad: todos los medios de comunicación del mundo a nuestro alcance y resulta que la generación mejor informada de la historia no diferencia entre la película original y su secuela.

Publicidad

Hay gente con la misma comprensión lectora que si le hablaran en el idioma de los 'na'vi'. Y si el personal no entiende lo que lee, cómo va a haber hueco para la ironía, para el sarcasmo, para la sátira, para todo aquello que pueda aligerar un poco lo que está por venir y lo que ya llevamos a la chepa. Así estamos, polarizados perdidos hasta en estas cosas: o eres tan profundo que llegas a intelectualizar 'La patrulla canina', o eres de un frívolo que tira de espaldas. La gente es muy rara.

Pero no nos pongamos estupendos, que gente somos todos. Y que si unas veces no leemos, otras veces no leemos bien: servidora se subió a un autobús pensando en que se dirigía hacia Cartagena y acabó en Lorca; todo por no reparar en el cartelico del parabrisas. En fin. Casi peor fue lo de André Gidé, que se negó a publicar en su revista 'En busca del tiempo perdido', de Marcel Proust. Aunque aquí Gidé llevaba razón, que no sé quién es más brasas, si Proust contando las vueltas que da en la cama para conciliar el sueño o Cameron con los bichos azules. Vaya par de pesados. Como Andrew Dominik. Pero no vamos a hablar de 'Blonde', que se ve que yo tengo poca comprensión espectadora. Qué hartura. Qué intensos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad