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La función había acabado. El teatro estaba vacío ya. Había pasado tanto tiempo que el público había salido. No había nadie. Sólo quedaban los actores. Las verjas habían sido echadas por todas partes. Entonces, consiguen convencer al gerente y salimos; el mosso que me custodiaba, ... junto con algunos actores, y corriendo, porque a menos de dos metros ya estaba parte de la manifestación, entonces, con mucho disimulo, corrimos hacia la derecha...». No se trata de un espectador rezagado, ni de un sueño (es un sueño recurrente: el despertarte en un teatro vacío, y cerrado, un teatro del que no puedes salir, como de un salón de estar de Buñuel).
Es la letrada de la Administración de Justicia del Juzgado de Instrucción número 13 de Barcelona. Y lleva pegada a su cuerpo un acta, de la que no debe separarse. Un acta judicial, claro. Porque ella es secretaria judicial. Y está saliendo de un teatro en cuyos camerinos ha pasado más de media hora, de incógnito, escondida realmente. Rodeada de plumas, mallas, bodies, pelucones, sombreros, coturnos, ropa sexy, chaquetas de lentejuelas y complementos de fantasía. Una secretaria judicial, sola, con el acta. Es otro sueño recurrente, que no encuentras el libreto para repasar tu papel, tu acta, minutos antes de que se abra el telón. La secretaria sigue sin poder salir porque no se sabe si el gerente del teatro le va a permitir hacerlo o no. Y tampoco puede ya volver a atrás, a la Consellería de Hacienda, a donde había entrado por la mañana, para levantar un acta, su trabajo, por mandato judicial.
Pero a estas horas de la noche, y con lo que está sucediendo en el exterior, el teatro era una posible salida, quizás la única salida, convertida para la ocasión en la salida de actores de la Consellería de Hacienda, ya que sus patios traseros se tocan. Una vez desechadas otras opciones, como que Lluis Lach y un Jordi le cubrieran el pasillo de salida por la Consellería. Ahora, la secretaria judicial, de no cambiar de opinión el gerente, no puede salir del camerino de The Hole Zero, la función que se representaba a las 20:30 hs en el Teatre Coliseum y que ya ha concluido, el miércoles 20 de septiembre de 2017. The Hole Zero es una revista medio acanallada, cabaretera, acrobática, un 'Molino Rojo' sofisticado. La secretaria, por cierto, viene de hacer un número de acrobacia ejecutado con el acta en la mano y un mosso como portor. El mosso le ha ayudado a descender el metro y medio de altura que separaba la azotea de la Consellería de Hacienda del Coliseum. Sin red. Y con la suficiente pericia como para tampoco ser avistada por algunos vecinos que podrían increparla o hacer fotografías. O eso es lo que teme. La secretaria tiene que hacer el número de la letrada acróbata e invisible. Y sirviéndose sólo de una mano, la que no protege el acta. Otra opción que se ha desechado hace unos minutos era el número de un despegue vertical en helicóptero desde la azotea de la Consellería.
Así que ha tenido que colarse por detrás del teatro, en los camerinos de la troupe de The Hole Zero. 'El agujero' significa literalmente The Hole. De pronto, parece que los mossos han convencido al gerente para que facilite la salida de la secretaria, que sigue aguardando en camerinos. Y comienza la evacuación. La secretaria atraviesa los pasillos que conducen el vestíbulo y llega hasta la entrada, la famosa fachada con columnas y rótulos de bombillas de 1923, la del Teatre Coliseum de Barcelona, un landmark, que dirían los ingleses. La primera idea había sido sacarla como si fuera una de los espectadores que salían de la función, pero el gerente no decidía y la función ya se ha acabado y el público está en su casa, o donde esté.
Así que tiene que salir camuflada entre algunos de los actores y actrices de la función, con el acta la mano. Con lo que la secretaria, que por la mañana entró acompañada de una comitiva judicial, puede estar ahora saliendo junto a La Diva, Salomón, Conchi, Bola Disc, Bianca, Lady Fifty Four, Mcs, Lucy, Golden Boy o el Dios Caballo. Y una vez en la Gran Vía de les Corts Catalanes, la secretaria comprueba cómo el agujero, y su zona Zero, se prolonga aftehours. The Hole Zero comienza con una jefa de pista que promete a los espectadores: «Una fiesta, que recordarán siempre. Vamos a volar juntos, dejando atrás los problemas, olvidando las frustraciones, desterrando los miedos. Cerrad los ojo y abrid la mente», dice. Pero pronto aclara que todo transcurre en 1979 en el Estudio 54 de Nueva York, claro. Este miércoles en la sala del Tribunal Supremo -sólo algunas localidades libres en la platea, los palcos vendido todo el papel- no le vemos el rostro a la secretaria judicial. Ella lo pide así. Es una voz en streaming, que no puede liberarse del disimulo y del miedo escénico.
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