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La función había acabado. El teatro estaba vacío ya. Había pasado tanto tiempo que el público había salido. No había nadie. Sólo quedaban los actores. Las verjas habían sido echadas por todas partes. Entonces, consiguen convencer al gerente y salimos; el mosso que me custodiaba, ... junto con algunos actores, y corriendo, porque a menos de dos metros ya estaba parte de la manifestación, entonces, con mucho disimulo, corrimos hacia la derecha...». No se trata de un espectador rezagado, ni de un sueño (es un sueño recurrente: el despertarte en un teatro vacío, y cerrado, un teatro del que no puedes salir, como de un salón de estar de Buñuel).

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larioja The hole