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En Elda se han tomado tanto afán por reconstruir una sandalia de esparto del siglo IV a partir de restos encontrados en un yacimiento iberorromano que darían ganas de pedir la anexión de Tricio como barriada colonial del Vinalopó eldense. Y donde lee Tricio diga ... el monte Cantabria. Pero escribo esta vez de la milenaria Trititum porque acaban de emerger de un larguísimo viaje temporal los trazos de una cabaña circular con dos hornos y restos cerámicos de la Edad de Hierro, muy anteriores al periodo romano en el que la hoy villa alcanzó el lustre que solo repetiría cienes y cienes de años después con Titín III (lo mismo me he venido arriba, pero disimule el lector la bilbainada). Semejantes restos aguardaban bajo los cimientos de la que fue hasta anteayer casa consistorial. Y conociendo cómo las gastamos a esta orilla del Ebro, me malicio que su futuro, el de los vestigios, apunta a un destino parecido como sostén de un nuevo concejo con sus despachitos alicatados, su sala mulituosos y su teleclub. De historia enterrada se sabe mucho en La Rioja. Y en Tricio, más. ¡Una sandalia! Están tontos estos eldenses.
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