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Fue allá, a primeros de marzo del año pasado, cuando Rusia mandó sus tropas a la frontera con Ucrania. Que no pasa nada, decían los rusos, que son solo unas maniobras. No había por qué pensar que lo que decían no era cierto, pero como ... el gato escaldado del agua fría huye, a mediados de diciembre de ese mismo año la UE avisaba de que tomarían cartas en el asunto si aquello, en lugar de unas maniobras, acababa por ser los prolegómenos de la invasión del territorio ucraniano.
Pero qué mal pensados son ustedes, decían los rusos a mediados de enero del 22 mientras enviaban tropas a la vecina Bielorrusia para iniciar una serie de maniobras conjuntas, otra vez cerca de la frontera ucraniana.
El 21 de febrero, el presidente Putin, ese chapucero que sin serlo se cree más listo que los ratones colorados, reconoce las autoproclamadas repúblicas pro rusas del Donbás, Donetsk y Lugansk. La cosa comienza a oler a chamusquina. Ese mismo día, Estados Unidos y la UE preparan unas sanciones contra Rusia. Y tres días más tarde, el 24 de febrero, empieza la película de ciencia ficción, Rusia invade Ucrania y se arma la de Dios es Cristo. Mientras, todos los líderes de la UE anuncian al mundo que van a actuar (cosa que tampoco parece asustar mucho a los rusos) y, más por un golpe de efecto que por estar preparadas para hacerlo, al día siguiente las tropas invasoras entran en Kiev.
Como le pasaba a aquel soldado que decía que se iba a joder el capitán porque él no iba a comer rancho, los siete magníficos (G-7) deciden tomar una serie de medidas. Entre ellas está la de imponer un precio máximo para las compras del petróleo ruso.
Visto lo visto los rusos toman también medidas sobre su petróleo y mira por dónde la estatal Gazprom, alegando trabajos de mantenimiento, informa al mundo mundial que a según quienes no podrá seguir suministrándoles petróleo. Ni que decir tiene que entre esos quienes están los del G-7, claro.
Al día de hoy las cosas no parecen estar demasiado bien y, para más INRI, el presidente Sánchez, después de unas conversaciones secretas con Marruecos y sabiendo que a Argelia le sale el gas por las orejas, hace unas declaraciones en las que dice que, en contra de lo que Argelia defiende, el planteamiento marroquí es «la base más seria y realista para solventar el conflicto de la ex colonia africana». Después de esto ya pueden imaginarse lo contentos que tenemos a los argelinos... y a su gas.
Resumiendo: que el invierno se acerca y lo que todavía no ha subido de precio se está preparando para subir. La situación económica internacional, como el recibo de la luz, no hay quien la entienda y el otro día en un supermercado me pidieron 25 céntimos más por una botella de agua si quería que estuviese fría. «La luz, me dijeron. ¿Ha visto usted a cómo se está poniendo la luz?, es por lo de Rusia». ¿Por lo de Rusia? ¡Ya!, qué bueno es que haya chiquillos para echarles la culpa. Hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.
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