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La reforma de la ley hipotecaria que entró en vigor ayer mejora la protección de los consumidores al reforzar la transparencia de los préstamos destinados a financiar la compra de una vivienda y poner coto a prácticas comerciales de la banca abiertamente cuestionadas por ... los tribunales. La denominada Ley del Crédito Inmobiliario aspira a elevar la seguridad jurídica, sometida a vaivenes interpretativos en el pasado reciente, y debería reducir la alta litigiosidad relacionada con los contratos de esta índole. El nuevo marco amplía los derechos de los clientes del sector y establece mecanismos para asegurar su cumplimiento. Los avances en esa materia eran ineludibles. Por eso mismo resulta lamentable la tardanza de los partidos políticos en alumbrar un consenso sobre lo que no deja de ser la obligada transposición a España de una directiva europea, que llega con más de tres años de retraso y ha de aportar una estabilidad que se ha echado de menos.
La adquisición de una vivienda y la firma de una hipoteca para afrontar el pago de la inversión constituyen decisiones determinantes en el porvenir de una familia. Se hacía necesario por ello garantizar, de una forma razonable, que los titulares de estos préstamos conocen con exactitud y aceptan en su integridad las condiciones pactadas con el banco, envueltas en ocasiones en tecnicismos que dificultan su comprensión. La nebulosa en la que se han movido tradicionalmente las relaciones entre las entidades financieras y sus clientes, que ha podido favorecer abusos, intenta ser despejada a través del protagonismo otorgado por la ley a los notarios, que aclararán las dudas de los afectados y han de ratificar que estos entienden todos los detalles de la hipoteca días antes de proceder a su firma. La determinación del reparto de los gastos derivados del crédito, tras el lamentable espectáculo ofrecido por el Supremo con resoluciones contradictorias, resuelve las dudas jurídicas al respecto. Cuestión distinta es que los bancos -sobre los que recaerán todos los esos costes, salvo el de la tasación de la vivienda- no los hagan recaer en diferido, de una u otra forma, sobre sus clientes en forma de comisiones o tipos de interés más altos para mantener así sus márgenes. La reforma ha de aportar certidumbre al mercado hipotecario, que vuelve a crecer con fuerza y cuya solvencia y competitividad son básicas para la economía española.
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