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No sé si es un defecto, pero nunca he querido madurar muy deprisa, que así envejece uno mucho más rápido y entonces, no te quepa duda, te mueres más joven. Semejante boutade la solté el otro día cuando, al darme un capricho, alguien se atrevió ... a tildarme de extravagante, de superfluo. Y con esa sorpresiva frase, dejé a mi fiscal de turno aturullado y ojiplático, intentando descifrarla como si contara con los dedos.

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larioja El hijo de la guerra