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Cumplir un año en estas circunstancias no es mala cosa para un alcalde. Que se me entienda: la pandemia del COVID-19 ha borrado la política municipal de la faz de la tierra. Entre lo que no se podía hacer, lo que correspondía a ... otros y lo que se olvidó convenientemente, muy burro tenía que ser un alcalde para que alguien se fijara en él.
No pasó eso en Logroño, porque el alcalde no es un burro. No hay grandes noticias sobre su ejecutoria durante estos meses, lo cual es buena señal: tocaba ponerse de lado y dejar que quienes tenían la mayor responsabilidad hicieran lo suyo, sin buscar más cámaras de las imprescindibles.
Sí aprovecharon la corriente Hermoso y su equipo para abordar a la brava uno de los puntos de su agenda que sabían que les iba a costar más sinsabores: la reordenación del espacio callejero. Es fácil decir que la ciudad debe ser más amable para los peatones y los ciclistas, pero es más difícil hacerlo. Porque ése es un asunto paradójico; todo el mundo está de acuerdo con el lema, pero casi nadie con lo que hace falta para cumplirlo.
«Hacer la ciudad para los peatones y no para los coches», supone simple y llanamente quitar coches de la calzada, empequeñecer su espacio y ampliar aceras y espacio ciclista. Lo que se ha hecho en República Argentina, en Fundición. Eso. El Ayuntamiento rumiaba esa intención, y el COVID le ha permitido hacerlo sin recibir demasiados palos. Por ahora, habrá que decir: pronto el conservador urbanístico que todo logroñés lleva dentro empezará a dar pataditas.
Entonces habrá que ver si este extrañamente plácido tripartito sabe encajar lo mismo que reparte. La comunicación del alcalde y sus banderilleros ha sido siempre muy escasamente política. O de una política poco acostumbrada. Ese «estamos aquí para hacer lo que queremos hacer, y si no les gusta, dentro de cuatro años nos echan» es de una frescura agradable, pero supone estar siempre en el alambre.
Estar ahí le expone a uno fácilmente al fuego graneado. Cierto es que la oposición no ha estado este año muy dispuesta a disparar a discreción. En Ciudadanos, porque andaban demasiado ocupados cargándose a su portavoz. En el PP, porque aún andan muchos buscando la silla en la que tienen que sentarse. Escobar tiene más vocación de alcalde que de líder de la oposición, y eso se le va notando. Pero ya va viendo dónde está el agujero: donde dio ayer su rueda de prensa para exponer su balance convencionalmente catastrófico del año Hermoso. En Vara de Rey.
Mientras, por mucho que pase el tiempo, me sigue maravillando la calma con que viven la vida los socios del PSOE. Antoñanzas, más feliz que una perdiz con sus piscinas. Y Unidas Podemos... bueno, por ahí. No se sabe muy bien en qué.
El primer cumpleaños de Hermoso pasa, pues, con la gente pensando en otra cosa. Por un lado bueno para él, por otro no tanto. La gente mira a Pedro Sánchez, y será a Sánchez, en fin, a quien voten cuando lleguen las municipales. Ese feo sino de los alcaldes.
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