Javier Rupérez ha escrito un libro de memorias en el que ofrece muchas reflexiones valiosas sobre nuestro futuro europeo. En 'De Helsinki a Kiev' este diplomático y político narra la primera parte de su fecunda trayectoria profesional, que le llevó a trabajar en Adis Adeba, ... Varsovia, Helsinki y Ginebra. Escrito con una prosa amena y clara, entre otros asuntos ilustra muy bien cómo se forjó el pacto de seguridad y cooperación que estrechó las relaciones Este-Oeste en un continente dividido, hasta el derrumbe del imperio soviético. Rupérez vivió a fondo los tres años de negociaciones de la Conferencia para la Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) representando a una España todavía bajo la dictadura franquista que intentaba sumarse a la comunidad internacional como un actor más. El Acta Final de Helsinki de 1975 «permitió que todos podían declararse contentos», en sus palabras, porque suponía «un certificado común de buena conducta» tanto para los soviéticos y sus aliados como para los occidentales. Las reflexiones del embajador Rupérez sobre cómo se asentó la seguridad colectiva en Europa, a través de laboriosas negociones diplomáticas, inspiradas por el respeto a los principios del Derecho Internacional, son especialmente relevantes para los tiempos que vivimos. Tras una larga etapa de paz y prosperidad en Europa, la invasión rusa de Ucrania ha puesto en peligro de extinción una estabilidad como no habíamos conocido en siglos.
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El autor hace responsable a Vladímir Putin de este punto de inflexión terrible, un regreso al peor pasado europeo, en el que unas reglas del juego pensadas para tener validez universal pierden vigencia y se sustituyen por la amenaza, la agresión y el reparto de esferas de influencia. Se pregunta ¿cuál es el precio que estamos dispuestos a pagar por la paz? ¿La violación de los derechos humanos y el incumplimiento del Derecho Internacional? Para evitar caer en una vergonzosa «paz de los sepulcros», sugiere limitar las cesiones al agresor en el futuro arreglo que ponga fin al conflicto en Ucrania. Evoca el precedente Tratado de Versalles de 1918, cuyo fracaso condujo al retorno al campo de batalla. Rupérez también analiza la reacción de los países miembros de la ONU ante la invasión rusa. La división en dos mitades de la población mundial puede prefigurar las alianzas enfrentadas en una nueva Guerra Fría, acelerada por el nacionalismo de Putin y la rivalidad entre China y EE UU. Por fortuna, conocemos las bases para evitar esta destrucción del orden internacional: las mismas que inspiraron el Acta Final de Helsinki, aunque sabemos que deben ser restauradas en un contexto global mucho más incierto.
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