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Cuando uno escribe un artículo como éste cada semana se acaba repitiendo. Como el ajo, o peor. La cabeza es limitada y las obsesiones de uno le llevan siempre por los caminos preferidos.
Últimamente, sin embargo, me parece estar escribiendo la misma columna cada semana. ... O casi. Pero como lo que veo me sigue asustando también cada semana, pues mal escribiente sería si me distrajese con otros asuntillos. Y como cada vez es peor, me van a perdonar que me pase al terreno del exabrupto. Feo. Pero, creo, inevitable.
Discúlpenme pues la pregunta, pero ahí va, dirigida a ellos saben quién: ¿Se puede saber qué estáis haciendo, pedazo de gilipollas? ¿Es que acaso pensáis que esto se ha acabado? ¿Es que creéis que estáis libres de riesgo, y que vuestros abuelos ya no van a contagiarse mágicamente? ¿Es que en apenas tres meses os habéis olvidado de 366 muertos y más de 400 tipos ingresados en el hospital a la vez?
¿Pero qué hacéis? ¿Por qué os quitáis la mascarilla cuando os encontráis a unos conocidos por la calle, cuando debería ser lo contrario? ¿Por qué en cuanto se pone el sol las mascarillas desaparecen en Logroño? ¿Por qué ni Dios las lleva en, ejemplo, Villamediana o Lardero? ¿No sabéis lo que os estáis jugando en términos de salud y de reputación turística si en Ezcaray siguen haciendo el babute como este fin de semana?
Estáis jugando con el peor fuego que hemos conocido, del que por ahora sólo sabemos que se ha cargado a mucha gente. Si seguís así, volverá a hacerlo. Y será culpa vuestra.
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