Borrar

Supongo que me asiste el derecho a dar mi opinión sobre las manifestaciones del llamado Día del Orgullo LGTBI, y es tan simple como concluyente: no me gusta. Cuando empezó a celebrarse escribí que en España las diferentes orientaciones de la sexualidad están plenamente reconocidas ... legal y socialmente como opciones respetables. Que, por tanto, no veía el sentido de semejantes desfiles callejeros de intención más exhibicionista que reivindicativa. Que sí lo tendría en los ochenta países, en su mayoría árabes y africanos, donde la homosexualidad está prohibida, perseguida y castigada hasta con la muerte. Como también lo tendrían un 1º de Mayo sindical en China, un 8-M feminista en Irán o, en España, los orgullos del Autónomo Emprendedor de Riqueza y Empleo, del Ama de Casa Todoterreno, del Mileurista Superviviente, del Cooperante Desinteresado, del Investigador Exiliado, de los Creadores de una Familia tras Décadas de Matrimonio, de los Recogedores de la porquería que tiran al suelo otros y demás Trabajadores a cincuenta grados al Sol o de cualquier otro colectivo de héroes anónimos bregados en la dura supervivencia cotidiana. Pero estas clases de orgullo, concluía, no se manifiestan en algaradas carnavalescas: se sobrellevan en la más discreta intimidad. Ya les gustaría a todos ellos sentirse tan protegidos y defendidos por toda una Dirección General, como la de Diversidad Sexual y Derechos LGTBi, Ministerio de Igualdad, Gobierno de España.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja Gusto y disgusto