El Gobierno de La Rioja decidió ayer levantar el confinamiento perimetral de Calahorra, Arnedo y Rincón de Soto. Sin embargo, aunque los datos de contagios muestran una clara mejoría en estas tres localidades, todavía alcanzan unos niveles que aconsejan extremar los cuidados. El coronavirus ha demostrado ser un enemigo extremadamente insidioso y contumaz, de modo que aprovecha cualquier relajación social para expandirse sin recato. Calagurritanos, arnedanos y rinconeros tienen que mantener la guardia alta para evitar que regresen las restricciones a la movilidad, tan incómodas y perniciosas tanto para la economía como para la vida cotidiana. El llamamiento a la prudencia que ayer realizaron los tres alcaldes afectados debería, no obstante, extenderse a toda la comunidad autónoma. La Rioja, como recordó ayer la consejera de Salud, sigue siendo una de las regiones más afectadas de España –solo antecedida por Madrid, Navarra y Melilla–, así que ninguna precaución parece excesiva, no solo para evitar que deban tomarse medidas todavía más restrictivas, sino, sobre todo, para mantener la presión sobre el sistema de salud en unos niveles manejables.
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