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Cómo nos gustan las historias de ladrones, sobre todo, las protagonizadas por un atracador de buen corazón. Ladrones como los de 'Heat' o 'Le llaman Bodhi' atraen pero menos. Ahí, el espectador está a tope con el policía de turno. Me refiero a esos 'villanos' ... que son guapos, nobles, con talento y un pasado algo turbio y que, además, le quitan sus cosas de muchísimo valor a alguien que no es tan bueno como nos quiere hacer creer. Es decir, roba a un malo escondido. La tropa de 'La casa de papel' se acerca, pero no encaja a la perfección en ese perfil.
Tampoco 'Ladrón de guante blanco' ni el equipo de 'Las reglas del juego' dirigido por Timothy Hutton, ambas series terminadas hace bastante tiempo, encajan. Sí que es verdad que en ambos casos, a grandes rasgos, se trata del buen ladrón que intenta compensar su mal con buenas acciones aunque a veces estas sean un poco (o muy) ilegales. Quien cumple con todos los requisitos es Omar Sy, o mejor dicho, la peculiar versión de Arsène Lupin que representa.
La serie de Netflix se ha convertido en un pequeño fenómeno. En Francia, se ha disparado la venta de las novelas creadas por Maurice Leblanc hace un siglo y aquí muchos han encontrado cobijo en 'Lupin' ante los embates de Filomena. El eje central de la historia lo hemos visto infinidad de veces: un solo hombre, Assane Diop (Sy), quiere vengarse de una familia todopoderosa (los Pellegrini) por la muerte de su padre. Su vida gira alrededor de Lupin y actúa, roba, como hace el personaje de los libros de Leblanc. Y ya está. No hay más. Solo entretenimiento y diversión. No queremos más para pasarlo bien. Netflix nos ha ofrecido cinco capítulos de la primera parte. Tenemos ya ganas de los cinco siguientes.
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