Goles en Las Gaunas
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El ascenso de la UD Logroñés a Segunda División cierra veinte años de frustraciones y puede suponer un impulso para toda la regiónEl fútbol riojano cayó en un agujero en el año 2000. En aquella fecha fatídica, el Club Deportivo Logroñés descendió primero a Segunda B e inmediatamente, por impagos, a Tercera División. Comenzó entonces una pesadilla pródiga en aventureros, delincuentes, episodios grotescos, frustraciones deportivas y enfrentamientos ... intestinos. Aquel Logroñés que se había convertido en uno de los equipos más simpáticos de España, que había llegado a firmar un heroico séptimo puesto en Primera División, que convirtió el viejo estadio de Las Gaunas en uno de los recintos deportivos más apreciados (y temidos) de España, que consiguió fichar a figurones como Polster, Ruggeri, Salenko, Sarabia o Setién..., aquel vibrante Logroñés, en fin, acabó agonizando en los juzgados entre humillantes estertores. Los varios equipos que reclamaron su herencia, enredados en querellas bizantinas, se veían obligados a bregar cada semana en las difíciles, ásperas y poco atractivas categorías semiprofesionales del fútbol español, acrecentando la frustración y la añoranza de unos aficionados que recordaban los tiempos –no demasiado lejanos– en los que un modesto y entusiasta equipo riojano plantaba cara a gigantes como el Real Madrid o el Barcelona. Veinte años después, el ascenso –tras un agónico partido– de la Unión Deportiva Logroñés a Segunda División supone el regreso del fútbol profesional a La Rioja y el final de una travesía del desierto que amenazaba con prolongarse hasta el infinito. La UD Logroñés se encuentra ahora ante el reto de ampliar su base social, asentarse en la categoría y aprender las muchas lecciones que se pueden extraer de la historia del antiguo Club Deportivo Logroñés, tanto de su fulgurante ascenso como de su estrepitosa caída.
El ascenso de la UDL supone, además, una buena noticia en un año lleno de tragedias y marcado por el impacto del coronavirus. Más allá de la comprensible alegría de los aficionados futboleros, cabe desear que este éxito deportivo aporte algo más que un mero impulso moral para la región. El fútbol no solo es el deporte más popular del mundo; es también inyección económica, impulso turístico, trasiego de aficionados, impactos publicitarios, inversión en imagen de marca. Los goles en Las Gaunas, con todo su eco radiofónico, no solo reportan puntos en una clasificación deportiva; tienen también una traducción social y monetaria difícil de medir, pero indudable.
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