Hay cinco bulos principales que llevan más de una década activos en redes sociales sobre la aprobación del sufragio femenino en España durante la Segunda República. A saber: que el PSOE votó en contra del sufragio femenino, que Indalecio Prieto era contrario al sufragio femenino, ... que Victoria Kent era socialista, que Margarita Nelken votó en contra del sufragio femenino y que el PSOE amenazó de muerte a Clara Campoamor. Todos son mentira.
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El historiador Jagoba Álvarez, en su libro 'El PSOE y el sufragio femenino', lo demuestra recuperando los documentos de la época (los aprobados por el PSOE en sus congresos, la presencia de agrupaciones feministas de Juventudes Socialistas, las actas de sesiones y votaciones del Congreso de los Diputados, los escritos de las y los protagonistas) y narrando los hechos: la sesión del 1 de octubre de 1931, en la que se aprueba el sufragio femenino, y la del 1 de diciembre posterior, en la que la llamada 'enmienda Peñalba' proponía el retraso de su aplicación hasta que, tras un par de procesos electorales, 'la mujer ya estuviera madura' para el voto. La enmienda Peñalba fue rechazada y ocho días después se aprobó la Constitución de la República incluyendo el sufragio universal femenino.
Circulan también muchos bulos alrededor de la Ley 4/ 2023, la llamada Ley Trans, aprobada por el Congreso de los Diputados hace ya más de un año. Por ejemplo, que obliga a mutilar y hormonar a las personas menores de edad que piden que se cambie el registro de su sexo, o que es posible 'cambiarse el sexo' en cualquier momento para librarse de una sentencia por violencia de género, o para favorecerse de pruebas de acceso físicamente menos exigentes para las mujeres en cuerpos públicos que las solicitan, como la policía o los bomberos. Uno de los más enfáticos dice que esta ley borra a las mujeres, lo que incluye que las mujeres cedan sus puestos en listas electorales o sus medallas deportivas. Alrededor del PSOE y su posicionamiento también existen bulos, como que no ha aprobado la ley, cuando su ponencia política la recoge y en la votación se abstuvo solo una diputada, que fue sancionada por ello.
Los bulos sobre el sufragio femenino se deben a que la gran defensora del voto femenino durante aquellas sesiones fue Clara Campoamor, militante del Partido Republicano Radical (PRR), una formación republicana, anticlerical y liberal. La necesidad de referentes históricos de los liberales del siglo XXI (el hoy prácticamente desaparecido Ciudadanos) para afianzar su ideología como asentada en la tradición política española llevó a reivindicar a Campoamor sin matices. Algo problemático, ya que Campoamor fue la única parlamentaria del PRR que votó a favor del sufragio femenino, en contra del criterio de todos los liberales de su partido, que lo hicieron en contra. Es decir, los liberales sí votaron en contra del sufragio femenino y Clara Campoamor siempre agradeció al PSOE su apoyo al sufragio femenino.
Para desmentir los bulos de la Ley Trans basta con leerla (pues dice lo contrario respecto a hormonar y mutilar), con leer el diario de sesiones o con entender las obligaciones del Registro Civil y de las autoridades de las especialidades deportivas. Un texto del filósofo Paul B. Preciado se titula 'Yo soy el monstruo que os habla', en el que se dirige a los psicoanalistas que le acompañaron a él y a tantas otras personas trans en sus procesos de transición, cuando la transexualidad era aún catalogada como trastorno mental por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que la eliminó de su Clasificación Internacional de Enfermedades en 2018.
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Sirva este título de Preciado para entender el señalamiento violento al que están sometidas las personas trans, que obvia la dignidad personal inalienable a la condición humana de cada individuo. Burlarse de la expresión de género o incluso de la genitalidad de las personas trans es muestra de una forma inmoral y morbosa de poder.
La deuda del colectivo LGTBI+ hacia las personas trans es inmensa. El reconocimiento y acceso a derechos para las personas trans siempre ha sido posterior. Ha sido la parte más golpeada y violentada, y su más que reconocible valentía forma parte indisoluble de los disturbios que hace 55 años arrancaron el movimiento político hoy denominado LGTBI+, que se celebra este mes, con el 28 de junio como Día Internacional del Orgullo.
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En este viaje inacabado por los derechos humanos de las personas trans, la mujer que más visibilidad política ha alcanzado en nuestro país es sin duda Carla Antonelli, objeto durante décadas, incluso hoy, de violencias vergonzantes. Es una casualidad maravillosa, lingüística e histórica, que los nombres de estas dos pioneras de los derechos en España, Clara y Carla, se emparejen en esta distancia de un siglo, en el baile de paralelismos imperfectos que a veces deja la historia.
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