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Parece -de momento la cautela recomienda dejarlo abierto- que, como no podía ser menos, habrá Gobierno. Lo que no se consiguió en muchas semanas de tiras y aflojas, se ha logrado en veinticuatro horas. Veremos como acaba la vía abierta en la izquierda para un ... acuerdo de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos. A poco que se eche la vista atrás, no será la fórmula que deseaba al menos una parte de los españoles. Los socialistas seguían negándose a aceptar esta salida al bloqueo hasta el último momento.
Como se temía, la repetición de las elecciones no facilitó las cosas y Pablo Iglesias acabó imponiendo el valor de la constancia. Es evidente que la solución no contentará a todos, ni siquiera a una buena parte de quienes venían exigiendo que se encontrase, y abre un amplio campo para la duda y la crítica. Las bases generales sobre las que se ha improvisado el pacto rebosan de buenas intenciones -lucha contra el cambio climático, contra el desempleo, contra la desigualdad, etcétera-, pero a primera vista insuficientes. Sobre el conflicto catalán, en que los dos partidos discrepan, la promesa de diálogo es ambigua.
Respecto a la constitución del Gabinete, tampoco se concreta nada: solo que no habrá vetos como en la etapa anterior en que se excluyó la incorporación de Pablo Iglesias: se partirá de las propuestas que ya se rechazaron en septiembre y que serán objeto de las negociaciones que continuarán después de la investidura. Hay un primer problema y es que entre ambos grupos no suman los 176 diputados que requiere la mayoría absoluta y el Gobierno tendrá que apañárselas con los minoritarios para sacar adelante sus proyectos. Contribuirá sin duda la división irreconciliable que existe en la oposición entre independentistas y la derecha donde la presencia relevante de Vox forzará a los moderados o centristas a radicalizarse y a veces a enfrentarse. Pero, en fin, entre las muchas objeciones que se puedan hacer está la promesa de que habrá un Gobierno que asumirá tantas cuestiones pendientes y responderá ante las cámaras de su actuación. El hecho de que se trate de una coalición endeble puede permitir que la gestión global sea más compartida.
En principio, garantiza que habrá nuevos presupuestos, tan necesarios para que la economía pública y las instituciones puedan reanudar la normalidad que requieren, como la financiación de comunidades y ayuntamientos que sufren una fuerte precariedad para mantener los servicios que prestan. desbloqueo en principio se ha conseguido, ahora queda la duda sobre la estabilidad que pueda propiciar.
No es momento de caer en el pesimismo: en Portugal, sin ir más lejos, una fórmula de Gobierno de izquierdas está funcionando con éxito. Pero tampoco de repicar las campanas: UP y Pablo Iglesias en concreto tendrán que hacer un esfuerzo grande para acomodarse a las exigencias constitucionales que el Gobierno tendrá que defender a ultranza y para metabolizar que sus teorías revolucionarias no tienen cabida en la Unión Europea.
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