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Pedro Sánchez dio a conocer ayer los cambios en el Gobierno tras la salida de Pablo Iglesias en una comparecencia en la que puso énfasis en que las cuatro vicepresidencias quedan en manos de mujeres. Pero no es tan feminista la distribución de los altos cargos del Ejecutivo. Sin duda, el presidente quiso restar importancia a un cambio político evidente: la reorganización ha reequilibrado el Consejo de Ministros a favor de su parte socialista. A lo que contribuye, sobre todo, la ausencia personal del líder morado. Sánchez declaró que sigue «intacto el acuerdo de coalición». Pero si acaso formalmente. La alianza entre PSOE y Unidas Podemos no puede sustraerse a los anuncios de Ángel Gabilondo sobre su indisposición a entenderse «con este Pablo Iglesias», al que no deja de alinear con un extremismo montaraz. La despedida de Pablo Iglesias del Gobierno, en cualquier caso, no debería centrar el debate en el balance de sus catorce meses de ejecutoria como vicepresidente. Lo que importa y urge es que el socialismo de Sánchez, Unidas Podemos y cada grupo parlamentario que ha contribuido a asentar el Ejecutivo de coalición, expliquen sin ambages la manera en la que pretenden afrontar lo que resta de legislatura.
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