Parece más que probable que el Gobierno sobreviva a la agresiva espiral de reproches entre sus miembros a propósito de la reforma de la ley del 'solo sí es sí' aunque los socios no alcancen un acuerdo sobre uno de los proyectos estrella de la ... legislatura, cuyo fiasco en su aplicación lo ha convertido en una bomba de relojería para sus propios impulsores. Eso es así entre otros motivos porque, como ha admitido de forma implícita la ministra de Igualdad, Irene Montero, Unidas Podemos no está en condiciones de romper la coalición incluso si pierde el pulso que libra con el PSOE sobre la principal bandera de su mandato. Pedro Sánchez lo sabe. Como sabe que, en puertas de una doble cita electoral, no puede seguir soportando la erosión que le suponen las más de 500 rebajas de penas a violadores por los groseros errores de bulto en una norma destinada teóricamente a reforzar la protección de las mujeres. Pero, aunque el Ejecutivo aguante en pie, los partidos que lo componen difícilmente resistirán, sin ver mermadas sus expectativas en las urnas, la prolongación durante meses de una escalada de tensión como la desatada por esta polémica y que ha deteriorado hasta el extremo sus relaciones.

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Sus descarnados enfrentamientos públicos por el choque entre la decisión del presidente de taponar las lagunas de la regulación y la extrema arrogancia 'morada' en la defensa del texto actual han abierto una considerable brecha entre ellos. Tiene razón la ministra de Justicia en que la «gravísima» situación obligaba a actuar. Se entienden menos la tardanza en hacerlo y la torpeza con la que miembros del Gobierno justifican, con argumentos que desnudan rotundos mensajes precedentes, la reforma de una ley puesta por Sánchez como ejemplo que copiarían otros países y a la que han encontrado serias contraindicaciones justo cuando la alarma social que ha desatado coincide con un desgaste en las encuestas.

La batalla va mucho más allá de la lógica estrategia por diferenciarse de dos fuerzas políticas que se disputan un espacio similar. Es de fondo, atañe a una cuestión medular y amenaza con entorpecer el camino hasta las urnas. A día de hoy se antoja extraordinariamente difícil un punto de acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos que no desmonte los relatos a los que se han aferrado. La reforma legal no tiene garantizada de momento su aprobación sin el concurso del PP, lo que de confirmarse supondría un serio revés para un Gobierno más de colisión que de coalición.

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