El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha presentado este lunes su Plan de Calidad Institucional y Regeneración Democrática, proponiendo entre otras medidas políticas que gobierne la lista más votada. A su entender, sería «una garantía de mayor estabilidad y constituye una fórmula más justa, ... transparente y democrática». Se trata de un criterio recurrente que, como recuerda el documento de Feijóo, ha sido «asumido en distintas etapas por las dos principales fuerzas políticas en España». Aunque la volatilidad electoral ni siquiera ha permitido un debate político y experto sobre una eventualidad que merece ser discutida sin oportunismos coyunturales. La Constitución, las leyes orgánicas que la desarrollan y las normas de cada ámbito institucional establecen que nuestro sistema de gobierno se basa en la representación pluralista de la voluntad política de los electores, corregida únicamente por la ley D'Hont, y en la elección indirecta de los cargos ejecutivos. Conceder a la lista más votada el gobierno de la administración correspondiente puede ser el fruto de un acuerdo político plausible, pero que difícilmente se plasmará con anterioridad a unas elecciones. Mucho menos como un principio compartido para todas las instituciones y en todo momento. Consagrarlo legalmente requeriría la reforma de la Constitución y de la normativa electoral hacia un sistema mayoritario distinto al vigente. Bien a través de dos convocatorias consecutivas que conduzcan a una suerte de plebiscito entre dos candidaturas. Bien primando a la lista más votada con un número añadido de parlamentarios o ediles que realcen efectivamente su triunfo. Aunque la sola propuesta de conceder el gobierno a la lista más votada, sea el 28 de mayo o en las generales, induzca la concentración del voto en torno a las formaciones con más posibilidades de ser primeras.
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Alberto Núñez Feijóo tuvo el acierto de suscitar un debate, con una propuesta que deberá concretar. Estabilidad, justicia, transparencia y democracia son bienes comunes que pueden obtenerse o preservarse de muy distintas maneras. Pero la fragmentación partidaria generada a partir de 2015 frente al bipartidismo PP-PSOE refleja el desasosiego de una pluralidad imposible de reducir invocando a la lista más votada. Apela si acaso a que el PSOE o el PP sean capaces de lograr el favor mayoritario de los ciudadanos.
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