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Consolidar el triunfo en la vida y alcanzar la gloria en el arte es lento y enrevesado, pero destruirla, cuando menos ver cómo se destruye, es cuestión de angustiosos minutos. Es sin duda lo que le está ocurriendo a Plácido Domingo, quien durante varias décadas ... paseó por el mundo la condición de uno de los mejores tenores de la historia de la lírica. La imagen plena del triunfador.
Pocos artistas contemporáneos habrán recibido más elogios, alcanzado más honores y escuchado más centenares de miles de horas de aplausos enfebrecidos. Los principales teatros se lo disputaban, las críticas se han rendido a su arte y millones y millones de personas han disfrutado la emoción de escuchar sus interpretaciones memorables. Hasta en los estadios deportivos levantó pasiones.
Pero, de pronto, todo se vino abajo. Un grupo de nueve mujeres, todas ellas figuras o ligadas al mundo de la ópera, decidieron romper el silencio pudoroso de muchos años y denunciaron sus supuestos secretos de camerinos y alcobas: entre aria y aria magistral, el gran ídolo de los aficionados y profesor de los neófitos aseguran que ejercía de acosador sexual de las mujeres que tenía a su alrededor.
Algunas confiesan que sucumbieron a sus exigencias para granjearse su apoyo artístico o para conservarlo. Nada más estallar la denuncia valiente de sus víctimas, los detalles del escándalo no han cesado de expandirse. La fotografía de Plácido Domingo está estos días en todos los medios de comunicación, pero ahora no como un ídolo sino como un malvado.
Muchos le dan por desahuciado, igual que le ha ocurrido a Woody Allen y a otros magnates y estrellas de Hollywood que vendían oportunidades de triunfo por sexo, el #metoo, el yo también, que ya ha arruinado varias carreras brillantes y llevado a más de uno al suicidio. Plácido Domingo manejaba hasta hace unas horas una agenda impresionante que de pronto se está frustrando.
Los mejores santuarios de la ópera le esperaban. Nueva York, Milán, Salzburgo, Valencia... ahora dudan. En menos tiempo del que se tarda en contarlo, ya han empezado a caerse los contratos. La orquesta sinfónica de Filadelfia canceló un concierto en el que estaba anunciada su actuación y la Opera de San Francisco lo borró del programa.
Hasta en el Real Madrid contemplan congelar en el baúl de los recuerdos su versión del himno del Club. Él se disculpa alegando que cuanto hizo era normal en el pasado. Pobre argumento, aunque por desgracia cierto. Entonces las mujeres tenían que transigir y callarse. El acoso no era delito. Hoy la justicia social no espera a procesos, sentencias judiciales ni derecho a recurso. La impunidad para los culpables se acaba cuando ellos menos lo esperaban.
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