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Este pasado domingo leía la noticia de que en Logroño se van corrigiendo las cifras sobre la existencia de alta cantidad de viviendas vacías aunque, aún hoy, uno de cada cinco pisos carezca de alguien empadronado en él. La noticia también informaba de que la ... zona centro es aquella con mayor cifra de viviendas vacías. Nada sorprendente, las evidencias saltan a la vista paseando por el corazón de la ciudad, desde el casco histórico hasta zonas nucleares para la dinámica actual de la capital como la Gran Vía, el Espolón o alrededores; la cantidad de anuncios de viviendas en venta o ventanas cerradas a cal y canto, sin mencionar los numerosos locales comerciales en buen estado pero vacíos que se agolpan en zonas otrora de intensa actividad, son pruebas fehacientes de que la población se desplaza hacia núcleos nuevos o poblaciones de alrededor.
La situación, según la política de actuación que se aplique, puede conducir a coyunturas de distinta repercusión. La no ocupación prolongada de viviendas repercute paulatinamente en el estado de conservación de los edificios que pueden irse deteriorando y no siempre la solución pasa por derruirlos construyendo en su lugar otros nuevos, porque la ciudad va perdiendo la arquitectura que le particularizaba o con valor estilístico; además, la desocupación o desaparición de vecinos antiguos rompe el tejido social de la zona y afecta la convivencia. Uno de los procesos de cambio urbano ante ello es la denominada 'gentrificación' consistente en la revalorización de zonas con baja ocupación recuperando aquellas más emblemáticas en el centro de las ciudades mediante la conservación y rehabilitación de los inmuebles de interés o levantando armónicamente otros cuando carecen de valor los existentes, captando a nuevos colectivos vecinales dinámicos y atractivos. Pero si el cambio se realiza bajo el valor de la especulación puede comportar consecuencias adversas para los habitantes; un ejemplo negativo de gentrificación es convertir las viviendas vacías en negocio rentable mediante la profusión de los no siempre bien reglamentados pisos turísticos que ha abocado a situaciones especialmente difíciles en municipios como Barcelona o Nueva York, y que proliferan también en Logroño.
La noticia advierte de que hay que redotar de vida al centro de Logroño, evitando una decadencia progresiva que comienza con la escasa ocupación de viviendas y locales comerciales, acabando en la posible degradación del entorno o una especulación que no sirve para preservar su valor arquitectónico y humano.
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