La investidura de Concha Andreu como presidenta del Gobierno regional, en tanto que titular de la lista más votada en las pasadas elecciones, la del PSOE, sigue en el aire. El lunes se celebra la primera de las dos sesiones que habrían de terminar con la candidata en el despacho principal del palacete de Vara de Rey, pero la socialista suma un único apoyo, el de la diputada de IU, a los 15 de su grupo que ofrecen en conjunto un resultado aún insuficiente. Los números son tercos. Tanto como los negociadores de Podemos, empeñados en obtener de su único escaño unos réditos, tres consejerías en el nuevo Ejecutivo, que apenas resistirían no ya un análisis político sino uno de sentido común. Podemos se anuncia decidido a maximizar su aportación. Lo hace sin afectarle haber hecho saltar por los aires la coalición electoral que formó con IU para la papeleta del 26M, a quien recurrió luego de una pasada legislatura que mermó claramente sus expectativas. Y lo hace a costa de poder llegar a provocar una inaudita repetición de las elecciones, por más que la diputada Raquel Romero pretenda hacer descansar esta responsabilidad en la negativa de Andreu frente a su actitud coactiva. Es Podemos quien mayores trabas está poniendo al pretendido Gobierno de progreso que las urnas habrían señalado y así parece haberlo entendido incluso una parte de sus 'inscritos' en La Rioja.
Publicidad
Mientras estos se hacen oír públicamente, le gestora que ahora dirige la formación morada lleva demasiado tiempo en silencio. Incluso se ha reconocido, al menos implícitamente, incapaz de soportar el peso de las negociaciones más importantes de su historia y se ha hecho traer, o ha consentido que le envíen, asesores áulicos ajenos a la realidad de esta tierra que negocian, o se niegan a hacerlo, en su nombre. Es cierto que pese a haber ganado las elecciones con un solvente margen, el PSOE necesita quien le acompañe en la aventura de recuperar un Gobierno que el PP ha ocupado durante casi 25 años. Y esa necesidad le obliga a ser receptivo, generoso incluso, en el reparto de poder institucional. Pero entre la dadivosidad y la cesión a unas pretensiones políticas desmedidas media la dignidad. La de sus siglas y, sobre todo, la de las decenas de miles de ciudadanos y ciudadanas a las que representa.
¡Oferta 136 Aniversario!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.