La mayoría de la militancia de Junts –un 55,7%– se ha mostrado favorable a que su partido abandone el Gobierno catalán que comparte con ERC, lo que dinamita la legislatura en esa comunidad. El resultado de la consulta consuma una ruptura que retrata el ... cisma en el secesionismo a propósito de la gestión del fallido 'procès' y abre una etapa de aguda incertidumbre. El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, remodelará ahora su equipo con la incorporación de consejeros independientes tras la salida de sus socios. Derribar a ese Ejecutivo en minoría, sostenido en los apoyos externos que sea capaz de reunir en medio de una encarnizada batalla en las filas del independentismo, será presumiblemente el objetivo inmediato de la formación que lo abandona –no sin una fuerte división interna que amenaza con una fractura– y en la que se han impuesto las tesis rupturistas de Carles Puigdemont y Laura Borràs.
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Cataluña corre el riesgo de verse abocada a unas elecciones autonómicas en el momento más inconveniente. Pero una convocatoria a las urnas no entraña mayor inestabilidad que la perpetuación del desgobierno, llevada al límite con un Gabinete monocolor soberanista. Un Govern entre hilvanes se deshizo ayer porque ya estaba deshecho. Aragonès tiene que demostrar con qué apoyos cuenta para permanecer en un cargo al que llegó de la mano de Junts y de la CUP. Su pretensión de inaugurar un tripartito propio con los comunes cerca y la anuencia de un PSC a distancia no sería más que un rodeo táctico para eludir unos comicios que hace tiempo parecen inevitables. Esa fórmula o una similar puede seducir a los socialistas. Pedro Sánchez abogó ayer por la «estabilidad» e hizo hincapié en que su partido tiene «la mano tendida» para procurarla. Amarrar el apoyo de ERC en Madrid a cambio de la colaboración del PSC con la Generalitat le allanaría el final del mandato, aunque también comportaría riesgos electorales para su partido en el resto de España.
Solo un rayo de sensatez podría restablecer aquello que interesa al común de los catalanes: contar con Presupuestos para 2023 que permitan una adecuada gestión de los servicios públicos. En medio del desvarío partidario al que ha conducido la deriva independentista, sería una nota de responsabilidad colectiva que el secesionismo aparcase sus cuitas particulares para demostrar que la política no tiene por qué generar más problemas en una coyuntura tan difícil.
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