GARZÓN Y EL CIUDADANO BORBÓN
Línea de Puntos ·
«Se desconoce si su potencial presencia en el Consejo de Ministros allegará para La Rioja los recursos prometidos, todas esas asignaturas pendientes de Cosculluela a esta parte»Secciones
Servicios
Destacamos
Línea de Puntos ·
«Se desconoce si su potencial presencia en el Consejo de Ministros allegará para La Rioja los recursos prometidos, todas esas asignaturas pendientes de Cosculluela a esta parte»El último sábado de agosto del 2017, Alberto Garzón recorrió feliz los metros que separan su hogar familiar de Cenicero de las centenarias Bodegas Riojanas, donde se oficiaba su boda. Saludó a los curiosos, disipó los nervios de cháchara con sus parientes e ingresó en ... el recinto donde camuflado aguardaba el invitado más postinero, que había ingresado por la puerta de atrás. Era Pablo Iglesias, invisible esa mañana para el resto de los congregados. De aquellas escenas hoy puede extraerse tal vez algún simbolismo que ayude a aclarar estas horas previas a otro enlace (el que oficiarán el lunes el propio Iglesias con Pedro Sánchez, en el altar de la Carrera de San Jerónimo); entonces, el tapado fue el líder de Podemos. Ahora, el invitado clandestino parece ser Garzón.
Clandestino porque ha renunciado a atender en su móvil las llamadas de este periódico. Clandestino porque también evita significarse, como nos aconsejaban nuestras madres cuando nos enviaban al servicio militar. Muy astuto. Porque esa discreta estrategia es la idónea para que la coalición entre el PSOE y sus socios de izquierda atraque en el banco azul y a continuación pueda hacerse realidad ese desiderátum que parecía imposible: un riojano prometiendo su cargo ante el Rey. El mismo Rey a quien Garzón suele llamar «Ciudadano Borbón». Se ignora si a partir de este lunes le apeará de tan prosaico tratamiento. Igual que se desconoce si su potencial presencia en el Consejo de Ministros allegará para La Rioja los recursos prometidos, todas esas asignaturas pendientes de Cosculluela a esta parte.
Si será Garzón el nuevo Sagasta que reanime con ese estatus ministerial hoy todavía hipotético la deuda que el Estado mantiene con su tierra natal, empezando por las infraestructuras y siguiendo con el artículo 46 y todas las compensaciones que deberían haber llegado a este lado del Ebro para mitigar la deslealtad con España de las regiones vecinas. Debe aconsejarse poner en cuarentena alguna esperanza de que así suceda: ese Gobierno futuro lo deberá todo al PNV. Lo cual aventura que a Garzón le costará ejercer de riojano. Y que acabe como Iglesias en su boda de Cenicero. Camuflado.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.