Garzón, ¿por qué no te callas?

Póngase a trabajar en el precio de la luz, el coste de las materias primas... Seguro que tanto a usted como a nosotros, los del campo, nos iría mucho mejor

EDUARDO PÉREZ HOCES | PRESIDENTE DE ARAG-ASAJA

Viernes, 14 de enero 2022, 01:00

A Alberto Garzón que, aunque a veces lo dudemos, es ministro, los reyes le han echado este año lo que más le gusta, que es un charco. Otro charco, porque últimamente los colecciona. Lo de ahora es una entrevista en un periódico inglés en la ... que hace un elogio de la ganadería extensiva (hasta ahí, todo bien) y luego carga contra las macrogranjas diciendo algo así como que «encuentran un pueblo en la España despoblada, contaminan el suelo, contaminan el agua y exportan carne de mala calidad de animales maltratados».

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Es cierto que luego ha intentado explicarse, publicando la transcripción completa de lo que dijo en la entrevista, y cargando contra los bulos y las mentiras que según él ciertos actores o lobby promueven. Incluso Sánchez ha dicho que «lamenta la polémica y con eso lo digo todo».

Desde ARAG-ASAJA, durante estos días, hemos valorado incluso entrar en el debate sobre el modelo ganadero que ha abierto el ministro Garzón, e intentar definir y ponernos de acuerdo en qué es una macrogranja.

Ni siquiera su destitución habría cambiado la percepción de agravio y olvido que sentimos la gente del campo

Pero... no hombre, no. Lo que ha dicho el ministro está dicho y visto el recorrido que ha tenido lo único que tenemos claro es que sus declaraciones han sido una gran torpeza que ha dañado la imagen de nuestros ganaderos y al sector cárnico en general y ha generado una confusión entre los ciudadanos y consumidores de este país, y me temo que también entre los de la Gran Bretaña y el resto de ciudadanos que las hayan escuchado. Por no hablar del desconocimiento absoluto que ha manifestado por un sector que se esfuerza por ser competitivo y sostenible, y ha demostrado tener una cabaña ganadera envidiable.

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Y es que, por si el señor ministro no lo sabe, no era necesario para poner en valor la ganadería extensiva, cargar o generar confusión con otro modelo de producción que es seguro, sostenible, que cumple rigurosos controles sanitarios, que ejecuta todas las normativas europeas y nacionales de bienestar animal y que está sujeto a inspecciones diarias por parte de la Administración en materia de producción, alimentación, sanidad, bienestar, medio ambiente, registro, identificación... ¿O es que también se va a poner en tela de juicio el papel de los funcionarios inspectores?

Porque, además, por si tampoco lo sabe, la ganadería intensiva es un modelo que actualmente es líder en exportación y consumo interno por su capacidad de producir alimentos sanos, seguros y de calidad, sin subvenciones, y a un precio asequible para toda la sociedad (algo que como representante de la izquierda de este país debería tener en cuenta el señor ministro).

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Pero ¿qué más da, ¿verdad? Total, si digas lo que digas, señor ministro... aquí, no pasa nada. Pero sí que pasa. Ni siquiera una destitución fulminante por parte del presidente del Gobierno, que por cierto no ha ocurrido, habría cambiado la percepción de agravio y olvido que sentimos la gente del campo.

Y es que estas últimas declaraciones no son más que la punta del iceberg de una serie de opiniones y políticas con las que el campo español y riojano sentimos que se nos está haciendo responsable de todos los males del cambio climático. Se nos está utilizando para hacer política, o como golpes de efecto electoral. O lo que es más grave, que son en base a estas presiones, procedentes del lobby ecologista, con las que se está que se está legislando a nuestras espaldas en temas como la protección al lobo o la modificación de la reforma laboral.

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Porque, por mucho ecologismo de salón que exista, no nos olvidemos que hoy por hoy es el tamaño y la tecnificación de las explotaciones lo que permite obtener rentabilidad en unos mercados de precios de origen insultantemente bajos y, además, sometidos a la competencia de productores extranjeros que no tienen que cumplir las mismas exigencias sanitarias y ambientales que en España. En definitiva, que está muy bien la teoría pero que la del ecologismo de salón no funciona en el campo.

Así que, si por un casual nos leyese el señor ministro, aunque solo sea por la cercanía familiar riojana, échenos una mano y dedíquese a lo que en realidad le ocupa su cartera de ministro de Consumo. Es decir, póngase a trabajar para rebajar el precio de la luz o para controlar el incremento del coste de las materias primas. Estoy seguro de que, tanto a usted como a nosotros, los del campo, nos iría mucho mejor.

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